martes, 25 de febrero de 2014

LA RETROSPECTIVA

“Se trata de proporcionar felicidad, sin robar felicidad”. Anónimo.

Antes de abordar con mayor propiedad el tema de los valores pregonados en el ámbito de la cultura occidental contemporánea, es preciso realizar un seguimiento cercano a la evolución del concepto de lo ‘Intangible’ partiendo de la génesis del pensamiento, hasta llegar a la recién estructurada ciencia de la axiología, que tiene a su cargo del estudio de lo ‘valioso’, tanto en su forma de clasificación, como en sus aspectos de fondo, esencia e influencia.

Puede decirse que desde el punto de vista antropológico, la inteligencia surge a partir de cierto grado de desarrollo neuronal, proveniente de cambios morfológicos básicos, postura bípeda y la conjunción de varias funciones fisiológicas, a tal punto, que si faltara alguna de ellas, ninguna persona habría alcanzado un comportamiento considerado como racional o inteligente.

Se sabe que en los primeros humanoides, fueron las funciones fisiológicas las que generaron el instinto animal de conservación, cuyo desarrollo influyó en la aparición de la inteligencia adecuada, con la que el hombre logra adquirir conciencia de sí mismo, para entonces, establecer una cercana relación con sus congéneres y con su entorno.

En este proceso, la inteligencia supera su condición exclusiva de materialidad y permite la creación de formas inmateriales cada vez más complejas, traducidas en ideas.

Se trata de un sistema abstracto mediante el cual, se aísla lo substancial que construye las cosas, para comprender la idea en sí misma y buscar comprender al mundo imbuido en la complejidad de la evolución creciente. Este proceso, ha sucedido durante miles de años.

La Inteligencia se manifiesta como un impulso vital de aquel hombre primitivo, que en su esfuerzo toma conciencia de la preocupación básica de sobrevivir, desarrollando entonces una mejor capacidad de adaptarse al medio, ahora utilizando el recurso de la imaginación.

En su libro: “Dinámica Sociológica e Independencia de la Gran Colombia”, Hernando Forero Caballero et al, habla sobre teorías que explican el desarrollo progresivo de la humanidad desde la aparición de la vida en el planeta tierra, así como del prodigioso desarrollo de la evolución, hasta culminar en el ser humano, como resultado de una serie de eventos sucesivos y acumulados a través de las edades de la evolución del mundo, cifradas en antecedentes que se remontan a centenares de millones de años.

La historia del devenir humano como estudio del proceso evolutivo, deja de lado la finalidad del ser humano o su destino, para ocuparse exclusivamente de las causas, condiciones y circunstancias que modelaron el pasado y por tanto, se centra en las razones que lo hicieron posible, lo que en últimas, determina paso a paso, el sendero hacia el futuro, como único factor importante de su análisis.

Asegura que el proceso de selección natural, hace que emerjan y florezcan poblaciones y especies, que mediante el éxito reproductivo, de modo que consiguen alcanzar grandes densidades de seres, que se establecen en medios específicos y permanecen durante períodos largos.

Por otra parte, se refiere sobre las primeras culturas de Asia y Mesopotamia, para destacar que en los seres humanos, la vida inteligente tiene su residencia en el cerebro, recinto donde se acumula toda la información disponible.

Indica, que el cerebro contiene cerca de veinte mil millones de neuronas, células que tienen ramificaciones y entran en contacto una con otra, en todos sus terminales, lo que produce un maravilloso funcionamiento, que moviliza o fija moléculas de acuerdo con los diferentes procesos vitales.

Este procedimiento, permite al cerebro humano la plasticidad inherente a los actos de recordar, analizar, sintetizar, generar ideas y abstracciones, que logra al desarrollar las capacidades de la memoria, el pensamiento y la inteligencia.

El proceso histórico de la evolución de los seres humanos en el mundo, se inició con el primate Homínido pre-humano, del cual surgió el Australopitecus Afarensis, posiblemente en territorios de Afar, Etiopía, Laetoli, Tanzania o en sus alrededores.

Dicho individuo que constituye el punto de partida dinámico mental de la especie humana, ya aparece dotado de un cerebro con estructuras superiores pensantes, cuyo hemisferio derecho, poseía insipientes funciones creativas, alucinatorias y astutas para la invención y creatividad de herramientas aptas para la implementación de labores de supervivencia, bajo un soporte neurobiológico de artificio e ingenio; aunque a la vez, era onírico, inconsciente, infra-racional, violento y depredador.

Y además, asegura que posee un hemisferio cerebral izquierdo, en el que, en virtud de mutaciones biológicas- genéticas, se fueron desarrollando funciones de la razón, la meditación, la lógica, el lenguaje y la conciencia de convivencia en comunidad y de intercambio de ideas.

Como estos hemisferios se intercomunicaban en forma permanente por intermedio del cuerpo calloso, el cerebro continuó su evolución de las funciones mentales, hasta pasar del periodo paleolítico superior, al neolítico histórico.

El proceso de desarrollo funcional humano, fue pasando con el tiempo del Austrolopitecus afartensis, al Homo Hábilis y de este, al Homo Erectus.

Ya como seres pensantes y por gracia del instinto, sus descendientes se multiplicaron y se dispersaron en principio, en el amplio horizonte del Norte de África; luego buscaron mejores medios de vida y sostenimiento, para lo cual, emigraron por grupos y en diferentes épocas, unos hacia Europa y otros continuaron su camino hacia el Asia.

Con el transcurrir del tiempo y de acuerdo con su capacidad mental y sus tendencias innatas se dividieron en Neanderthales, que eran nómadas hipomaniacos y los Homo Sapiens Africanos, quienes se desplazaron hacia Europa Occidental, donde surgieron los Auriñacienses, los Cromañones y los Magdalenienses.

Algunos grupos se hibridaron con otros, de donde surgió un mestizaje de gentes que emigraron a diferentes partes de Eurasia; algunos Neandertales nómadas fueron hacia Mongolia moderna y otros Neandertales ávidos de la mega-fauna y carne, avanzaron por el Este de Siberia y algunos más, posiblemente pasaron el Estrecho de Bering hacia América del Norte.

Probablemente los Neandertales nómadas que recorrieron África, Asia y Europa, se mezclaron con pueblos un poco más civilizados y debido a su actividad mental y la relación con el ambiente natural, se fueron desarrollando en poblaciones civilizadas, como es el caso de los Sumerios; otros grupos humanos a los que no los favorecían su capacidad, ni el medio donde operaban, demoraron más tiempo en alcanzar un progresista estado de civilización.

Transcurrido algún tiempo, se presentaron varias oleadas de invasión por grupos humanos nómadas aventureros; entonces sucedió la hibridación, el mestizaje y también el desplazamiento de algunos pueblos civilizados.

El proceso de la expansión de la civilización, llevó mucho tiempo, hasta tanto grupos humanos se llegaron a reunir en sitios apropiados, para trabajar en variados oficios, construir moradas y establecerse como pueblos, bajo el manto de un gobierno reconocido y con unas creencias comunes, donde algunos aprendían ciertas actividades para sobrevivir y posiblemente, se indujo un insipiente proceso de leer y escribir.

Entre los años 4.500 y 4.000 a.C., un pueblo agricultor que vivía en la parte baja de Asia occidental, conocida como la Mesopotamia, ubicada entre los ríos Tigris y Éufrates, cerca al Golfo Pérsico, en la región que luego se llamó Sumer, se sabe que se organizó, la primera civilización que con el paso del tiempo, se convirtió en imperio.

Con motivo de la tendencia hacia la vida sedentaria de la humanidad, en algunas regiones propicias, por medio del aprovechamiento de la fertilidad de la tierra y el establecimiento de cultivos de plantas alimenticias, surgió entonces el sentido de propiedad, de competencia personal, de ambición, y de dominio entre las diferentes agrupaciones humanas. Así, lentamente se fueron imponiendo el orgullo, el dominio del más fuerte y el espíritu de la guerra.

A la par, llega entonces la fuerza de interacción social, que a partir de la necesidad de comunicación y se construye el lenguaje, el cual a su vez, da pie a la formación de estructuras sociales más complejas, el desarrollo de aparatos culturales que impulsan el deseo, la ideología y todos los demás elementos que se establecen al inicio de lo que hoy se conoce como “la psiquis social”.

Dentro de ese contexto, el proceso de evolución del pensamiento más avanzado, surge cuando el ser humano explora y capta que es impotente para dilucidar la realidad ante hechos inexplicables o fenómenos propios de la naturaleza, que indudablemente superan su entendimiento.

El pensamiento arcaico o primitivo, en un destello inicial, encontró en la lluvia, los truenos, las tormentas, los rayos, los terremotos y demás cambios climáticos severos, eventos que le resultaban incomprensibles.

Fue entonces cuando generó en su mente la noción de la existencia de fuerzas que conllevaban una marcada influencia externa; no obstante, ante el hecho de no poder entender, ni dominar dichas fuerzas y para intentar explicarlas, se acudió a creer en la existencia de poderes sobrenaturales.

La fuente de éste límite, es el miedo originado por aquellos fenómenos que el hombre no puede manejar, a los que les atribuye poderes superiores. Éstos temores, al ser personificados, van a crear en consecuencia, la idea de la existencia de los dioses, acompañados por las fuerzas propias asignadas y por las influencias de ellas derivadas.

Así, el ser humano queda regido bajo el poder de los dioses que gobiernan la naturaleza y permanece abrumado por los que él no comprende. Esta noción de gobierno que parte de la idea de contemplar que las cosas están de alguna manera dependientes de algo, es el inicio de la existencia de un orden y deriva en la concepción de que un poder o de alguien, que está manejando ese orden desconocido.

Los registros documentados a través de la historia, se remontan a miles de años; sólo con el propósito de probar esta afirmación, a continuación se muestra el cuadro que incluye los principales imperios establecidos con anterioridad a 500 años a.C., los cuales, gracias a sus valiosos registros, dejaron una indeleble huella en el devenir del tránsito humano:

INFLUENCIA DE LOS IMPERIOS ==========è

Norte de África
Antiguo Egipto


Cartaginenses
Oriente medio
Acadios-Caldeos
Babilonios
Asirios
Sasánidos
Europa Oriental

Cretenses
Micenas
Grecia antigua
Europa Occidental


Etruscos
Roma antigua
Oriente Próximo
Sumerios
Hititas
Semitas
Persas
Extremo Oriente
China antigua
India antigua
Japón antiguo

Dennis Hebron.
De este modo, los seres humanos del común, tuvieron a su alcance un esquema que les permitió disponer de una explicación satisfactoria a sus temores. Este tipo de pensamiento que atribuye el origen de todo lo aparentemente inexplicable a un ser con máximos poderes, constituye la génesis del reconocimiento de la idea de la existencia de Dios.

El hombre decide que hay algo está por encima de él y que a ese algo no lo puede dominar. Esa es la idea básica del pensamiento primitivo, que conlleva la aceptación lisa y llana, de la existencia de poderes supra humanos.

Así resulta que el Sol, por ser el más importante fenómeno asociado con la vida, la luz y el calor ha sido en la historia del hombre el objeto de mayor adoración por parte de los humanos, con pruebas fehacientes de veneración aprovechadas por las castas regentes desde hace más de 10.000 años. En el período neolítico, los puebles estaban atentos a las fases de la luna, para predecir los cambios de las estaciones.

Los sumerios establecidos entre el Tigris y el Éufrates dividían su calendario en 12 períodos de 30 días cada uno.

Ya por ejemplo, 3.000 años a.C., los egipcios veneraban a Horus como el mesías solar, cuyo ojo se asocia con la sección áurea y a Set, como el señor de la noche, afirmando que cada día y cada noche estas deidades sostenían una batalla por el predominio de la vida, consolidando con esta concepción la ley básica de la vida o ley de la periodicidad, que según la más antigua tradición, controla a todos los reinos de la naturaleza.

La historia que conduce a la tipología, obliga a hablar de la Magna Mater, la más importante de las todas las clasificaciones del carácter humano, la primera de ellas, tan antigua como los registros la civilización actual, la cual aún perdura operativa, funcional y vigente, la Astrología.

Ya los caldeos 3000 años a.C. trataban con ella y los chinos desde el 2000 a.C.; al verla ya sea como la ciencia del destino, de la dinámica del cosmos o la moldeadora del carácter. Igual, en Stonehenge – Inglaterra registros con más de 4000 años de antigüedad miran con detenimiento los mismos fenómenos.

Surgió espontáneamente en las culturas antiguas del mundo, ubicadas bajo el espectro de los meridianos visibles con diferentes maneras de manifestación, aun cuando no fundamentalmente distintas en su fondo. Otro ejemplo de este tipo de influencia también aparece en el ejercicio del calendario lunar maya, aceptado como un regalo del cielo.
                                                                                                                        
Fueron los caldeos quienes adjudicaron desde muy temprano rasgos de carácter a la influencia de los planetas y a las constelaciones, y así se creó esa archiconocida tipología, que ha llegado hasta el presente, después de mezclarse con el pensamiento heleno, donde cuatro los elementos, forjan los cuatro grupos principales de carácter.

Igualmente, al tomar consciencia de la repetición de los ciclos, se llega a la catalogación de la posición de las estrellas, y es a partir del seguimiento del movimiento de los astros, que se da origen al profundo estudio de la astrología, la cual a su vez, permitió al ser humano, anticipar eventos como los eclipses, las estaciones, períodos de lluvia y de sequía, los equinoccios y los solsticios dándole a toda su interpretación, una serie de tintes mágicos o divinos.

Luego, llegó la subdivisión en doce signos-tipo que acaba de concretar la clasificación. Es tan completa y compleja que incluye más allá de la mencionada subdivisión arquetípico-estereotípica, hasta un estudio personalizado y específico de carácter para cada individuo, entronado como la carta natal, la primera de las cuales de la que se tiene plena constancia, data de alrededor del año 410 a.C., y fue realizada al hijo del rey Shuma Usur.

Más aún, junto a los rasgos de carácter que su mensaje tipifica, comenta sucesos, eventos, devenires, vocaciones, relaciones y una extensa variedad de otros hechos, tanto de carácter interno, como externo.

Realmente, es un espectacular compendio de conocimiento que incluye al mismo tiempo los aspectos psíquicos y esquemas de vida, junto con la predicción de acontecimientos del destino esperado, todo, acompañando el proceso de interiorización individual respectivo.

Es una herramienta fundamentalmente intuitiva, que deja al margen las explicaciones más profundas de la razón, además de otros factores caracterológicos flexibles, que permiten al observador, el moldeamiento de la interpretación de los sucesos.

A pesar de su relativa ambigüedad, resulta ser una de las fuentes más certeras, amplias y profundas, donde el observador puede abrevar, para obtener un conocimiento tipológico humano, infinitamente superior al de otros muchos intentos por lo demás pobres, que se han realizado desde ciertas ópticas y cuyo alcance está proporcionado por el intelecto, al realizarse dentro de una exclusiva perspectiva científica.

En este proceso, ya definidas las doce constelaciones por las que transitaba el Sol a través de cada año, a las cuales les asignaron, determinadas figuras y ciertas características antropomorfas particulares, se llega al punto en que su aceptación, viajó hasta los más recónditos lugares de la tierra y fue admitida, prácticamente por todas las creencias, religiones y ritos de la historia del mundo, quedando así afianzada a través del devenir del conocimiento del hombre, pues su existencia, ha dado origen a todo tipo de mitos.

El vocablo mito, deriva del griego mythos (μύθος), que significa ‘palabra’ o ‘historia’. Un mito tiene un significado diferente para un creyente desapercibido, que para el antropólogo o para el filólogo. En su contenido se le permite hasta consagrar la ambigüedad y la contradicción, pues un mito no tiene que necesariamente transmitir un mensaje único, claro o coherente.

Se sabe que un mito, es una idea que aun cuando es popularmente creída, puede ser o no falsa. En general se utiliza como una forma funcional de manejo y manipulación popular de creencias, sea para orientar, confundir, controlar o simplemente para llegar a conmover a la gente.

Ahora bien, con el paso del tiempo, el hombre llega a establecer la noción del pensamiento mágico, evento que significa dar un paso trascendental hacia el desarrollo del pensamiento abstracto. Se pasa de la impotencia, al intento de dominación. Aquí aparece el nacimiento de la megalomanía humana, basada en la voluntad.

Así pues, el ser humano intenta dominar los poderes externos, manejando estas fuerzas, para conseguir un beneficio particular para sí.

Ese detenerse frente a las fuerzas o poderes sin miedo, ese dominar el temor, constituye un paso gigantesco desde el punto de vista conceptual.

El individuo se enfrenta con lo desconocido y le dice algo como: ‘Yo te invoco para mí, en función de mi voluntad, para que consigas lo que yo quiero lograr’. Nace el aparente dominio de las fuerzas supra-naturales, a través de la voluntad o por lo menos, da un margen a la interpretación del manejo asignado a una persona.

A continuación, también se desarrolla la alquimia como ciencia que apoya y da fuerza a la magia. Su más antiguo exponente documentado, conduce a Hermes Trismegisto, mencionado primordialmente en la literatura ocultista como un antiguo sabio que desarrolló un sistema de creencias metafísicas holográficas, cuyo contenido hoy, es conocido como: ‘Hermética’.

“Volver la vista atrás es una cosa y marchar atrás, otra”. Charles Caleb Colton.

Fuente: Mi libro: “UN SENDERO A LONTANANZA”.

Autor: Daniel García Vanegas.

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“Uno puede llevar el caballo al agua, pero no lo puede hacer beber. Proverbio árabe.



BITÁCORA DEL DEVENIR

“No existe viento favorable para el marinero que no sabe a dónde ir”. Anónimo.

Originalmente bitácora, del francés bitacle, es el mueble que se utiliza en la vida marítima, el cual se fija en cubierta y cerca al timón y donde se instala la llamada aguja náutica, que facilita la navegación.

Dicho mueble alberga el ‘Cuaderno de bitácora’, donde se relata el desarrollo del viaje.

Hoy en día, se entiende que una bitácora, es un registro escrito de diversas acciones cronológicas, donde se suelen desarrollar los resultados de ciertas investigaciones que explican el proceso seguido, comparte las experiencias adquiridas o relata los sucesos acaecidos en la exploración precedente al momento actual.

Se trata de un cuaderno o publicación organizada cronológicamente, que facilita la revisión de los contenidos anotados. Los científicos suelen desarrollar bitácoras durante sus investigaciones con el fin de explicar el proceso seguido y compartir el resultado de sus experiencias, en especial, con otros especialistas.

En la actualidad, las bitácoras han aumentado su fama a partir del desarrollo de los denominados weblogs o blogs, que son bitácoras virtuales, publicadas en Internet. Los blogs recopilan información de todo tipo y pueden ser escritos por uno o más autores. Este tipo de bitácora, además permite la participación de terceros a través de comentarios, aportes y opiniones.

 “No saber lo que ha sucedido antes de nosotros, es como ser incesantemente niños”. Marco Tulio Cicerón.

miércoles, 19 de febrero de 2014

SEMIÓTICA

Resulta necesario interpretar con espíritu esotérico el simbolismo iconográfico, que junto con los textos, aún los de antiguas civilizaciones, permiten acercarse a buscar entender el significado del mensaje de aquello que en ello se trasmite.

Tanto el arte como las ciencias, han sido para sus autores las herramientas que marcan los símbolos apropiados utilizados para conseguir la divulgación del mensaje y en muchos casos obtener el ulterior sometimiento al culto.

Empero, el símbolo como tal, sólo puede ser motivo de interpretación individual, pues su comprensión total se oculta detrás de lo invisible, limitando el alcance del significado asumido por cada uno, a la capacidad de la mente que lo debela.

Con el uso de símbolos, desde siempre se ha intentado comunicar ciertas ideas que trascienden los límites del lenguaje. Así que interpretar un símbolo, es intentar descubrir el formato de contenido que ha sido mostrado desde su representación primigenia.

La ciencia de los símbolos basada en la "hermenéutica", examina tanto la estructura externa, como la interna del símbolo.

El símbolo actúa como intermediario entre dos realidades, una conocida y otra desconocida, y muestra de una forma aparente, según sea el camino usado por el entendimiento, lo que cada persona pueda identificar fácilmente en su corta realidad, aun cuando el verdadero significado, pueda ser diferente de aquel que se muestra como evidente, ya que teóricamente, los símbolos de todas las culturas, ocultan una realidad última "incomprensible", para aquellos no iniciados o desconocedores de una interpretación trascendente.



La semiología explica este tema con mucha claridad. Si bien su significad en un principio se identificó como el tratado de los síntomas en medicina, con el correr de los tiempos, ha sido convertida en la denominada ‘Ciencia de convergencia de los signos’ de modo que la simbología sirve a la naturaleza y a la vida social, no sólo para los fines propios de la comunicación, sino para efectos de acercarse a la reflexión ética que se encuentra abrazada y subyacente bajo el lenguaje común, eso sí, trascendiendo los idiomas, lo que la convierte en un valioso instrumento de explicación, comunicación y de acción extrema del saber, sobre el mundo y la sociedad.

Si bien es claro que toda ciencia debe construir y constituir su objeto y por tanto dictar su propia metodología, en este caso se trata de determinar qué son y para qué sirven los signos, además cuáles son sus funciones como sistemas de entendimiento, convergencia y raciocinio, así la Semiótica se convierte en un lugar teórico, donde confluyen a dialogar varias ciencias o disciplinas todas en busca de lograr una significación, a partir de una síntesis coherente y de reconocer las formas de funcionamiento inherentes a ellas mismas, en relación con todas o cualquiera de las demás con las que se relacionan.

El proceso de convergencia se confunde, sea por causa de la especulación azarosa, o de la pretensión cientificista, o de las trampas de la controversia teórica del significado o en la simple interpretación de la función de los símbolos. Por ello, los expertos recomiendan tener un distanciamiento del signo, para obtener una mejor óptica del objeto, de su imagen y hasta de la presencia del mismo observador.

La semiología es el Signo, su representación, manifestación o acercamiento a un elemento, sin que medie la necesidad de una experiencia o un contacto directo que se produzca en circunstancias particulares. También es la remisión de una cosa presente, a otra ausente por medio de códigos de interpretación

Por su parte, ‘Código de Interpretación’, es conjunto de signos o de convenciones que permite llegar a un grado de comprensión o de realidad, sea ésta relativa o absoluta de acuerdo con la información disponible o en función del grado de comprensión individual o colectiva.

El lenguaje para la comunicación puede ser por ejemplo de tipo: oral, verbal, sónico, escrito, visual, gesticular, gráfico, pictográfico, de señales visuales, simbólico, olfativo, de movimiento o derivado de cualquier otra manifestación humana o de la naturaleza que enriquezca el proceso de trasmisión de las ideas.

Existen pues relaciones de simbolismo del espacio coincidentes entre lenguajes los cuales  constituyen y destacan las medidas universales:

ü  El universo material = Unidades significantes
ü  El universo conceptual = Unidades de significado

Este conjunto lleva a reconocer los componentes básicos del mensaje a saber:

ü  Emisor = origen.
ü  Referente = elemento, contexto, esencia, objeto, tema, característica.
ü  Canal = vía, medio físico o instrumento de comunicación.
ü  Código = convención de interpretación común entre emisor y receptor.
ü  Receptor = destino.



El simbolismo del espacio ha sido motivo de comunicación imperceptible desde el inicio de la humanidad, pues el hombre en su esfuerzo por comunicarse, ha acudido a diferentes métodos de representación de la realidad, utilizando sistemas auditivos, visuales o mímicos, en especial para impresionar con mayor énfasis algún órgano o sentido del receptor objetivo seleccionado y así efectuar el intercambio de experiencias, haciendo especial hincapié en su significativa.

Desde entonces, la representación auditiva ha estado estrechamente relacionada con el sonido y ésta herramienta se requiere como medio de comunicación, cuando menos durante la presencia del mensaje establecido entre un emisor y un receptor.

La manifestación de relación humana, se inició con sonidos hasta convertirse en lo que hoy está representado en la estructura de la actual fonética y demás sistemas de apoyo sonoro, corrientemente utilizados. Ella es secuencial, ordenada y enfática; gracias a ella, se toma consciencia del compás, el ritmo, los tiempos, el acento, la cadencia, los sonidos y la música.

La representación visual, responde a la abstracción gráfica de los fenómenos físicos relacionados con la representación de la realidad y requiere cierta capacidad avanzada de simbolización e interpretación por parte de sus ejecutantes.

Se expresa por símbolos que van desde figuras antropomorfas, hasta registrar las imágenes de los sonidos, hoy convertidos en diferentes tipos de escritura, gracias a las cuales el hombre se ha permitido, dejar constancia de la experiencia fonética-auditiva, o alternativamente, continuar expresándose por medio de una amplia simbología.

Por su parte, la representación kinestésica o mímica, resulta cuando de forma activa, se comunica o procesa la información intercambiada y ella, está directamente asociada con la manifestación de sensaciones provenientes de la mente y manifestadas por el uso de los movimientos del cuerpo en forma concomitante.

De las tres, la representación visual fue la única que desde un principio y a través del tiempo, permitió e hizo posible, conservar los registros de la tradición histórica de los sucesos, registrados de forma más fidedigna.

En tiempos recientes, gracias a la tecnología, se pueden efectuar registros de las representaciones auditivas y la kinestésicas avanzadas, ya que ahora son realizadas por métodos modernos simultáneos de grabación del sonido y de registro de imágenes, aun en movimiento.

El contenido de las representaciones, pasa desde la manifestación de los elementos significantes, que tienen que ver con los conceptos expresados oral o textualmente, sea sobre los objetos, seres o sucesos, o bien pueden ser representados por signos grafos (letras) o símbolos gráficos (imágenes) generalmente catalogados por ‘tipos’.

Tipo, es un modelo representativo de un género o clase, referido a una forma, a un comportamiento y a sus diversas motivaciones.

Para ciertos casos, el vocablo ‘tipo’, se entiende una constitución de atributos, rasgos y condicionantes, lo suficientemente tangibles a la observación, que los hace claramente definibles o diferenciables, y además, susceptibles de explicar comportamientos similares dentro de un conjunto humano.

Al respecto C.G. Jung apunta: Un tipo, es un ejemplo o modelo que reproduce de manera característica, el carácter de un género o generalidad (...) Tipo es un modelo característico de una actitud general, que se haya presente en muchas formas individuales.


El tipo, cuenta con una esencialidad particular, que lo hace distinguible de otras y cuyo conjunto forma, una tipología completa.

Las tipologías existen, pues desde hace ya mucho tiempo, hay una cierta predisposición en el observador por entender una serie de estilos distribuidos por clases y por grupos, en lugar de entrar a intentar definir sus infinitas variantes individuales. En efecto, la fenomenología, permite y exige establecer clases, parcelas y tipos que se ordenan en conjuntos, evitando sus inmensas variaciones particulares.

Ese conocimiento instintivo, se usa para clasificar intuitivamente los grupos, valorando cada uno en rangos parecidos o especiales, como una manifestación insistente para el esclarecimiento de un concepto, idea o pensamiento.

Aun cuando muchas clasificaciones suelen carecer de un fundamento profundo, pues suelen ser tópicos frívolos, que desconocen los rasgos esenciales de las características primarias y los matices que conforman lo secundario, lo contingente o lo derivado, sin embargo y aun así se dan.

El tópico, por ejemplo asevera formas generales del tipo: “Todos los hombres son iguales” bajo una simpleza tal, que aunque es válida, resulta aparentemente injustificable.

Los nodos motivacionales, son llamados en psicología los arquetipos del inconsciente colectivo. La diferencia que hay entre tipo y Arquetipo, radica en que el primero es individual y el segundo es colectivo, mecanismo que se aplica también en el desarrollo de la simbología.

Se trata de patrones innatos de comportamiento común, que se manifiestan como representaciones que cumplen con atraer, convencer, fascinar y dominar, y que además son individuales, pues se desarrollan a partir de las circunstancias vitales, cada una manifestada en mayor o menor medida por parte del observador.

Nacen de variadas disciplinas como la literatura, el arte, la historia, la semiótica y la mitología, mientras permanecen a través del tiempo, sea contenidos en leyendas, cuentos, relatos, cultos y mitos, que están presentes en todas las culturas. Se trata de características familiares universales, que trascienden aspectos de tiempo, lugar, cultura, género y edad, que hacen que se conviertan en poderosos motivadores sociales.

Los arquetipos revelan la realización de ciertas motivaciones y deseos humanos básicos, liberando emociones y anhelos profundos, creando fuertes vínculos de identificación, pues son relacionados, de manera inconsciente, con determinados símbolos e historias que producen fascinación, cuyo poder reside en que son atemporales, transculturales y flexibles.
Por el contrario, los estereotipos representan y funcionan como principios organizadores, proporcionando inspiración, estructura y coherencia a la relación relato-imaginaria vinculada con la realidad.

Así pues un estereotipo, es un modelo tópico de un solo tipo. Se constituye en una generalización y como tal, sirve para mostrar llamativamente ciertas esencias propias de una determinada tipología, aun cuando a menudo no cumplen su función, en especial cuando se pretende reducir todas las esencias o variantes de un conjunto, resumiéndolas bajo las características propias de un mismo tipo.

Tal es el caso de proyección de la imagen de Albert Einstein, quien se ha convertido en el estereotipo del pensador, cuando en el fondo, él sólo representa el tipo de pensamiento introvertido, el cual a su vez, se ha convertido en una esencia común asociada a los muchos científicos teóricos, teólogos o filósofos metafísicos. Su caricaturización iconográfica, lo hace corresponder a un estereotipo de: "profesor chiflado".

El observador, tiene entonces que acudir a su capacidad de abstracción, para extraer la esencia de cada rasgo estereotípico claramente definido, si quiere certeramente clasificar los caracteres del entorno, sin perderse entre las infinitas variaciones concretas individuales de los mismos temas esenciales tipológicos, dentro de una constelación determinada de arquetipos espaciales.

Igualmente, cuando el símbolo se remite a arquetipos o significados puros, también hacen referencia, a los elementos ‘significantes primordiales’ que los componen.

Regresando al tema, un arquetipo (del griego αρχη, arjé, ‘fuente’, ‘principio’ u ‘origen’, y τυπος, typos, ‘impresión’ o ‘modelo’) es el patrón ejemplar, del cual derivan otros objetos, ideas o conceptos.

La filosofía Platónica considera que las formas sustanciales ejemplares y perfectas de las cosas, existen eternamente en el pensamiento divino.

Otros pensadores, consideran los arquetipos no como materia o sustancia, sino como ciertas formas de la energía. O visto desde otro ángulo, energía que se transforma en formas. Ellos son puntos de encuentro o nódulos dentro de la red de la energía cósmica, en los que se manifiesta una determinada forma según sea su cualidad, posición en la estructura y momento, como parte del proceso de evolución global, según sea su posición con relación al todo y dependiendo de su relación particular con los demás arquetipos.

Entonces, el arquetipo, por asociación se remite al concepto de símbolo, en lo que se denomina ‘el pensamiento simbólico’, él, da la posibilidad de tener una libre circulación a través de todos los niveles de lo real. El ámbito de ‘libre circulación’, por demás, es demasiado poca en su cobertura, ya que el símbolo, identifica, asimila, unifica planos, crea planos heterogéneos y marca realidades aparentemente irreductibles.

En general se llama símbolo, tanto a la representación, como a lo representado, es decir, al signo que representa ambos; lo anterior conlleva a que utilizando la misma forma compleja de expresión, se designa tanto al ‘significante’, como al ‘significado’.

El símbolo como representación del significante, es visual, auditivo o kinestésico. El símbolo como significado, se remite a lo que representa, no solamente con relación a objetos, seres o eventos, sino a cualquier otra interpretación que pueda ser traducida en ideas, bajo cualquier versión metafísica.

Bueno, lo importante al fin y al cabo, es destacar que el hombre ha logrado diseñar sistemas, métodos y estructuras para clasificar el conocimiento y así facilitar su trasmisión y sus enseñanzas, resaltando las formas con que a través de la simbología, ellas adquieren una real trascendencia semiótica, disciplina que se debe tocar y estudiar con la debida propiedad, para por su intermedio, intentar mejorar los niveles de entendimiento, de las explicaciones y de las propuestas así desarrolladas.

"No basta escuchar lo que cada cual dice, sino que es preciso descubrir lo que piensa y por qué lo piensa". Cicerón (s. I a. C.)

Todo ello conduce a la comunicación, cuyo acto central trata del relacionamiento entre los congéneres de la raza humana. Conlleva un sistema conceptual o ideal, que maneja un conjunto organizado de definiciones, nombres, símbolos y otros instrumentos reconocibles, tanto de pensamiento, como de interrelación, y que coordina las acciones de unión, vínculo, enlace, correspondencia y transferencia de información, utilizados entre dos o más personas, por medio de los más variados medios de expresión.

Los más destacados y reconocidos son:
ü  Los visuales reconocidos por señales gestuales;
ü  Los orales-verbales de uso frecuente de palabra y otros sonidos donde principalmente interviene la boca-garganta y otros apoyos sónicos;
ü  Los escrito-gráficos de representación semiótica y
ü  Los de electro-trasmisión, sea química, magnética, bio-eléctrica o neuronal.

La comunicación es posible entre los hombres, porque en general todas las ideas y cosas, ya sean internas o ajenas, son representables. Algunas con mayor grado de dificultad que otras.

Sin embargo, el hecho de poder representar, para los demás, los pensamientos, los sucesos y las cosas, aunque posible, no se trata de la aplicación de procesos sencillos.

La dificultad, radica en lograr transmitir las ideas de una mente con plena exactitud a otras, pues para lograr su real interpretación intervienen: la descripción, la percepción, la instrucción y el conocimiento de los partícipes dentro del proceso de comunicación sobre el evento en cuestión.

Se denomina genéricamente ‘Proceso de comunicación’, a todos aquellos fenómenos relacionados con el simple intercambio de información, donde se trata de comprender y transmitir bien una situación o un hecho, y se busca escoger en forma correcta, los diferentes signos y medios que puedan expresarla de la manera más adecuada posible.

Pero la comunicación no se reduce a un intercambio de información, puesto que en su verdadero espíritu ella contiene una comunión de signos, significados, razones, alcances, fuerzas, motivos y valores, ya que en el proceso de contacto, se intercambian y se crean las más variadas interpretaciones, impresiones y actitudes.

La comunicación es, además, una concordancia emotiva. Se constituye en la fuerza invisible que acerca y une, o aleja y desune a los seres humanos, pues cualquier tipo de comportamiento, desde el más elemental posible, ya se comprende como un acto de comunicación.

Existen pues dos motivos básicos por los cuales el individuo se comunica:

ü  El objetivo, que responde a la imprescindible necesidad de comunicarse que tienen los hombres, para atender todos los aspectos vitales de su relación.
ü  El subjetivo, responde al hecho instintivo de querer compartir las experiencias y los conocimientos de cualquier naturaleza.
Sin embargo en el fondo, la comunicación adecuada empieza consigo mismo.

El proceso de comunicación interno se hace de forma automática, por medio del raciocinio, como producto del más elemental vínculo lógico que sucede entre el pensamiento y el intelecto.

Por ello, dependiendo de la forma como se establezca la comunicación consigo mismo, obedece el tipo de comunicación que proyectado hacia el exterior, se construya con los demás.

Igual, la comunicación consigo mismo, está determinada por la mente, y por lo tanto, ella dirige tanto la actitud, como el curso de las acciones subsecuentes.

Por ejemplo: las dificultades aparecen menos desagradables o más soportables, cuando oportunamente se expresa que pueden ser transformadas. La manifestación de las sensaciones, emociones y sentimientos, también depende de dos impulsos fundamentales de la misma acción, esto es, de la manera de expresión del emisor y de la forma percepción del receptor.

Un apunte popular dice: “Cuando dos personas dialogan, en realidad son seis las fuerzas que intervienen, ya que cada uno de los dos, maneja tres de ellas, a saber: primero, quien efectivamente se es y apenas si se conoce; segundo, quien cree ser ante sus propios ojos, y tercero, quien parece ser ante los ojos del interlocutor”.


Algunos ejemplos de este tipo de conceptos afirman la propuesta: el hombre camina, una  cama, una cabaña de madera, un insecto, una mujer, etc…

Por lo tanto, el concepto no es producido solamente por las sensaciones, percepciones o imágenes que se acumulan en la mente, sino que son el resultado o fruto del proceso organizado al que acuden todas aquellas representaciones sensibles, a las cuales dicho proceso da forma, para hacer que se pueda vincular el mundo interno o conciencia, con el mundo exterior o entorno.

Así pues ‘concepto’, es el primer pensamiento que se forma en la más temprana infancia y luego se subdivide secuencialmente según:
ü  Su extensión: en universal, particular, singular y colectivo.
ü  Su comprensión: en simple, compuesto, complejo, incomplejo, abstracto, concreto, unívoco y análogo.
ü  Su perfección subjetiva: en claro, confuso, exacto, preciso o inexacto.
Ahora bien, los conceptos se convierten en juicios, evento que sucede al momento en que se relacionan dos o más conceptos, por lo tanto, se constituye un juicio, cuando convienen un mínimo dos conceptos entre sí.
Cabe resaltar que los juicios y su representación siempre están compuestos de esencia y de forma y la relación entre ellos se logra, a través del verbo ser. Ejemplo: La lectura (sujeto) es agradable (predicado).
Al igual que los conceptos, los juicios pueden ser según su extensión, universales, o particulares, y según la cualidad de la relación, ser conceptos, afirmativos o negativos, aun cuando cada uno conlleva su propio significado.

Significado a su vez, es el contenido mental que le es dado al signo lingüístico que se expresa. Es el concepto o idea que se asocia al signo sonoro o visual que lo representa en todo tipo de comunicación activa.
Su contenido semántico, depende del valor mental relativo que cada persona asigna a la interpretación del significado, dependiendo de la función, uso o utilidad que se le asigne o le pertenezca.
El signo lingüístico, es esencialmente la relación que media entre el significante y su significado.
Es por ello que la Semántica atribuye a todo signo de expresión lingüístico, dos componentes básicos: el significante y el significado.

La parte del significado para cuya interpretación es importante reconocer el contexto lingüístico, es visto en detalle por la pragmática, ciencia que estudia las maneras en que el contexto afecta al significado.
Las dos formas primarias de contexto relevantes para la pragmática, son el contexto lingüístico y el contexto situacional.

El significado no puede ser completamente reducido a la semántica lingüística, ya que por ejemplo una misma oración gramatical puede representar enunciados distintos, con interpretaciones diferentes, según sea el contexto real en que se desarrollen.

Por su parte, la Semiótica analiza el significado en términos del signo lingüístico, que a su vez involucraban la idea del significante-designador y el significado-designado.

El significante, corresponde al sonido o al grafo de la expresión lingüística, mientras el significado, tiene que ver con el objeto o concepto, pues obedece al contenido o imagen mental, asociado con el sonido.
Los signos lingüísticos en sí mismos sólo existen por oposición a otros signos, lo que significa ‘perro’, tiene significado sólo porque no es: un tigre’, una ‘mesa’ o un ‘bebé’.

Es decir, el significado sólo existe frente a la pluralidad de cosas significadas o polisemia. Además, los signos son esencialmente arbitrarios, es decir, no existe normalmente una razón específica, por la cual una determinada expresión designe a cierto objeto, salvo en los casos de sonidos onomatopéyicos.

“Lo arbitrario expresa el capricho individual de quien ejerce el poder sin sujeción a la ley, ni a la razón. Anónimo.

Esta es la razón por la cual el significado no constituye algo asociado al objeto, ya que los significantes para un objeto, suelen tomarse de manera totalmente arbitraria.

La semiología o semiótica complementa la comunicación, al ser la ‘ciencia que estudia el signo’, sus representaciones, sus manifestaciones o el acercamiento a un elemento, sin que medie la necesidad de una experiencia o un contacto directo, que sea producido en circunstancias particulares.

También, corresponde a la remisión de una cosa presente, a otra ausente, por medio de códigos de interpretación, por Ej.: el recuerdo de un momento memorable.

Conocer y manejar los modelos de comunicación, permitirá al observador, promover formas de entendimiento claras y efectivas consigo mismo y con los demás, de manera que se conviertan en un apoyo, y no, en un obstáculo al desarrollo del crecimiento personal y de la inteligencia colectiva.

"Las palabras más antiguas y más cortas: sí y no, son las que requieren más reflexión". Pitágoras de Samos.


Fuente: Complemento a mi libro: “Sendero a Lontananza”.

Autor: Daniel García Vanegas.

Agradeceré sus comentarios a: mayorideas@gmail.com