martes, 25 de febrero de 2014

LA RETROSPECTIVA

“Se trata de proporcionar felicidad, sin robar felicidad”. Anónimo.

Antes de abordar con mayor propiedad el tema de los valores pregonados en el ámbito de la cultura occidental contemporánea, es preciso realizar un seguimiento cercano a la evolución del concepto de lo ‘Intangible’ partiendo de la génesis del pensamiento, hasta llegar a la recién estructurada ciencia de la axiología, que tiene a su cargo del estudio de lo ‘valioso’, tanto en su forma de clasificación, como en sus aspectos de fondo, esencia e influencia.

Puede decirse que desde el punto de vista antropológico, la inteligencia surge a partir de cierto grado de desarrollo neuronal, proveniente de cambios morfológicos básicos, postura bípeda y la conjunción de varias funciones fisiológicas, a tal punto, que si faltara alguna de ellas, ninguna persona habría alcanzado un comportamiento considerado como racional o inteligente.

Se sabe que en los primeros humanoides, fueron las funciones fisiológicas las que generaron el instinto animal de conservación, cuyo desarrollo influyó en la aparición de la inteligencia adecuada, con la que el hombre logra adquirir conciencia de sí mismo, para entonces, establecer una cercana relación con sus congéneres y con su entorno.

En este proceso, la inteligencia supera su condición exclusiva de materialidad y permite la creación de formas inmateriales cada vez más complejas, traducidas en ideas.

Se trata de un sistema abstracto mediante el cual, se aísla lo substancial que construye las cosas, para comprender la idea en sí misma y buscar comprender al mundo imbuido en la complejidad de la evolución creciente. Este proceso, ha sucedido durante miles de años.

La Inteligencia se manifiesta como un impulso vital de aquel hombre primitivo, que en su esfuerzo toma conciencia de la preocupación básica de sobrevivir, desarrollando entonces una mejor capacidad de adaptarse al medio, ahora utilizando el recurso de la imaginación.

En su libro: “Dinámica Sociológica e Independencia de la Gran Colombia”, Hernando Forero Caballero et al, habla sobre teorías que explican el desarrollo progresivo de la humanidad desde la aparición de la vida en el planeta tierra, así como del prodigioso desarrollo de la evolución, hasta culminar en el ser humano, como resultado de una serie de eventos sucesivos y acumulados a través de las edades de la evolución del mundo, cifradas en antecedentes que se remontan a centenares de millones de años.

La historia del devenir humano como estudio del proceso evolutivo, deja de lado la finalidad del ser humano o su destino, para ocuparse exclusivamente de las causas, condiciones y circunstancias que modelaron el pasado y por tanto, se centra en las razones que lo hicieron posible, lo que en últimas, determina paso a paso, el sendero hacia el futuro, como único factor importante de su análisis.

Asegura que el proceso de selección natural, hace que emerjan y florezcan poblaciones y especies, que mediante el éxito reproductivo, de modo que consiguen alcanzar grandes densidades de seres, que se establecen en medios específicos y permanecen durante períodos largos.

Por otra parte, se refiere sobre las primeras culturas de Asia y Mesopotamia, para destacar que en los seres humanos, la vida inteligente tiene su residencia en el cerebro, recinto donde se acumula toda la información disponible.

Indica, que el cerebro contiene cerca de veinte mil millones de neuronas, células que tienen ramificaciones y entran en contacto una con otra, en todos sus terminales, lo que produce un maravilloso funcionamiento, que moviliza o fija moléculas de acuerdo con los diferentes procesos vitales.

Este procedimiento, permite al cerebro humano la plasticidad inherente a los actos de recordar, analizar, sintetizar, generar ideas y abstracciones, que logra al desarrollar las capacidades de la memoria, el pensamiento y la inteligencia.

El proceso histórico de la evolución de los seres humanos en el mundo, se inició con el primate Homínido pre-humano, del cual surgió el Australopitecus Afarensis, posiblemente en territorios de Afar, Etiopía, Laetoli, Tanzania o en sus alrededores.

Dicho individuo que constituye el punto de partida dinámico mental de la especie humana, ya aparece dotado de un cerebro con estructuras superiores pensantes, cuyo hemisferio derecho, poseía insipientes funciones creativas, alucinatorias y astutas para la invención y creatividad de herramientas aptas para la implementación de labores de supervivencia, bajo un soporte neurobiológico de artificio e ingenio; aunque a la vez, era onírico, inconsciente, infra-racional, violento y depredador.

Y además, asegura que posee un hemisferio cerebral izquierdo, en el que, en virtud de mutaciones biológicas- genéticas, se fueron desarrollando funciones de la razón, la meditación, la lógica, el lenguaje y la conciencia de convivencia en comunidad y de intercambio de ideas.

Como estos hemisferios se intercomunicaban en forma permanente por intermedio del cuerpo calloso, el cerebro continuó su evolución de las funciones mentales, hasta pasar del periodo paleolítico superior, al neolítico histórico.

El proceso de desarrollo funcional humano, fue pasando con el tiempo del Austrolopitecus afartensis, al Homo Hábilis y de este, al Homo Erectus.

Ya como seres pensantes y por gracia del instinto, sus descendientes se multiplicaron y se dispersaron en principio, en el amplio horizonte del Norte de África; luego buscaron mejores medios de vida y sostenimiento, para lo cual, emigraron por grupos y en diferentes épocas, unos hacia Europa y otros continuaron su camino hacia el Asia.

Con el transcurrir del tiempo y de acuerdo con su capacidad mental y sus tendencias innatas se dividieron en Neanderthales, que eran nómadas hipomaniacos y los Homo Sapiens Africanos, quienes se desplazaron hacia Europa Occidental, donde surgieron los Auriñacienses, los Cromañones y los Magdalenienses.

Algunos grupos se hibridaron con otros, de donde surgió un mestizaje de gentes que emigraron a diferentes partes de Eurasia; algunos Neandertales nómadas fueron hacia Mongolia moderna y otros Neandertales ávidos de la mega-fauna y carne, avanzaron por el Este de Siberia y algunos más, posiblemente pasaron el Estrecho de Bering hacia América del Norte.

Probablemente los Neandertales nómadas que recorrieron África, Asia y Europa, se mezclaron con pueblos un poco más civilizados y debido a su actividad mental y la relación con el ambiente natural, se fueron desarrollando en poblaciones civilizadas, como es el caso de los Sumerios; otros grupos humanos a los que no los favorecían su capacidad, ni el medio donde operaban, demoraron más tiempo en alcanzar un progresista estado de civilización.

Transcurrido algún tiempo, se presentaron varias oleadas de invasión por grupos humanos nómadas aventureros; entonces sucedió la hibridación, el mestizaje y también el desplazamiento de algunos pueblos civilizados.

El proceso de la expansión de la civilización, llevó mucho tiempo, hasta tanto grupos humanos se llegaron a reunir en sitios apropiados, para trabajar en variados oficios, construir moradas y establecerse como pueblos, bajo el manto de un gobierno reconocido y con unas creencias comunes, donde algunos aprendían ciertas actividades para sobrevivir y posiblemente, se indujo un insipiente proceso de leer y escribir.

Entre los años 4.500 y 4.000 a.C., un pueblo agricultor que vivía en la parte baja de Asia occidental, conocida como la Mesopotamia, ubicada entre los ríos Tigris y Éufrates, cerca al Golfo Pérsico, en la región que luego se llamó Sumer, se sabe que se organizó, la primera civilización que con el paso del tiempo, se convirtió en imperio.

Con motivo de la tendencia hacia la vida sedentaria de la humanidad, en algunas regiones propicias, por medio del aprovechamiento de la fertilidad de la tierra y el establecimiento de cultivos de plantas alimenticias, surgió entonces el sentido de propiedad, de competencia personal, de ambición, y de dominio entre las diferentes agrupaciones humanas. Así, lentamente se fueron imponiendo el orgullo, el dominio del más fuerte y el espíritu de la guerra.

A la par, llega entonces la fuerza de interacción social, que a partir de la necesidad de comunicación y se construye el lenguaje, el cual a su vez, da pie a la formación de estructuras sociales más complejas, el desarrollo de aparatos culturales que impulsan el deseo, la ideología y todos los demás elementos que se establecen al inicio de lo que hoy se conoce como “la psiquis social”.

Dentro de ese contexto, el proceso de evolución del pensamiento más avanzado, surge cuando el ser humano explora y capta que es impotente para dilucidar la realidad ante hechos inexplicables o fenómenos propios de la naturaleza, que indudablemente superan su entendimiento.

El pensamiento arcaico o primitivo, en un destello inicial, encontró en la lluvia, los truenos, las tormentas, los rayos, los terremotos y demás cambios climáticos severos, eventos que le resultaban incomprensibles.

Fue entonces cuando generó en su mente la noción de la existencia de fuerzas que conllevaban una marcada influencia externa; no obstante, ante el hecho de no poder entender, ni dominar dichas fuerzas y para intentar explicarlas, se acudió a creer en la existencia de poderes sobrenaturales.

La fuente de éste límite, es el miedo originado por aquellos fenómenos que el hombre no puede manejar, a los que les atribuye poderes superiores. Éstos temores, al ser personificados, van a crear en consecuencia, la idea de la existencia de los dioses, acompañados por las fuerzas propias asignadas y por las influencias de ellas derivadas.

Así, el ser humano queda regido bajo el poder de los dioses que gobiernan la naturaleza y permanece abrumado por los que él no comprende. Esta noción de gobierno que parte de la idea de contemplar que las cosas están de alguna manera dependientes de algo, es el inicio de la existencia de un orden y deriva en la concepción de que un poder o de alguien, que está manejando ese orden desconocido.

Los registros documentados a través de la historia, se remontan a miles de años; sólo con el propósito de probar esta afirmación, a continuación se muestra el cuadro que incluye los principales imperios establecidos con anterioridad a 500 años a.C., los cuales, gracias a sus valiosos registros, dejaron una indeleble huella en el devenir del tránsito humano:

INFLUENCIA DE LOS IMPERIOS ==========è

Norte de África
Antiguo Egipto


Cartaginenses
Oriente medio
Acadios-Caldeos
Babilonios
Asirios
Sasánidos
Europa Oriental

Cretenses
Micenas
Grecia antigua
Europa Occidental


Etruscos
Roma antigua
Oriente Próximo
Sumerios
Hititas
Semitas
Persas
Extremo Oriente
China antigua
India antigua
Japón antiguo

Dennis Hebron.
De este modo, los seres humanos del común, tuvieron a su alcance un esquema que les permitió disponer de una explicación satisfactoria a sus temores. Este tipo de pensamiento que atribuye el origen de todo lo aparentemente inexplicable a un ser con máximos poderes, constituye la génesis del reconocimiento de la idea de la existencia de Dios.

El hombre decide que hay algo está por encima de él y que a ese algo no lo puede dominar. Esa es la idea básica del pensamiento primitivo, que conlleva la aceptación lisa y llana, de la existencia de poderes supra humanos.

Así resulta que el Sol, por ser el más importante fenómeno asociado con la vida, la luz y el calor ha sido en la historia del hombre el objeto de mayor adoración por parte de los humanos, con pruebas fehacientes de veneración aprovechadas por las castas regentes desde hace más de 10.000 años. En el período neolítico, los puebles estaban atentos a las fases de la luna, para predecir los cambios de las estaciones.

Los sumerios establecidos entre el Tigris y el Éufrates dividían su calendario en 12 períodos de 30 días cada uno.

Ya por ejemplo, 3.000 años a.C., los egipcios veneraban a Horus como el mesías solar, cuyo ojo se asocia con la sección áurea y a Set, como el señor de la noche, afirmando que cada día y cada noche estas deidades sostenían una batalla por el predominio de la vida, consolidando con esta concepción la ley básica de la vida o ley de la periodicidad, que según la más antigua tradición, controla a todos los reinos de la naturaleza.

La historia que conduce a la tipología, obliga a hablar de la Magna Mater, la más importante de las todas las clasificaciones del carácter humano, la primera de ellas, tan antigua como los registros la civilización actual, la cual aún perdura operativa, funcional y vigente, la Astrología.

Ya los caldeos 3000 años a.C. trataban con ella y los chinos desde el 2000 a.C.; al verla ya sea como la ciencia del destino, de la dinámica del cosmos o la moldeadora del carácter. Igual, en Stonehenge – Inglaterra registros con más de 4000 años de antigüedad miran con detenimiento los mismos fenómenos.

Surgió espontáneamente en las culturas antiguas del mundo, ubicadas bajo el espectro de los meridianos visibles con diferentes maneras de manifestación, aun cuando no fundamentalmente distintas en su fondo. Otro ejemplo de este tipo de influencia también aparece en el ejercicio del calendario lunar maya, aceptado como un regalo del cielo.
                                                                                                                        
Fueron los caldeos quienes adjudicaron desde muy temprano rasgos de carácter a la influencia de los planetas y a las constelaciones, y así se creó esa archiconocida tipología, que ha llegado hasta el presente, después de mezclarse con el pensamiento heleno, donde cuatro los elementos, forjan los cuatro grupos principales de carácter.

Igualmente, al tomar consciencia de la repetición de los ciclos, se llega a la catalogación de la posición de las estrellas, y es a partir del seguimiento del movimiento de los astros, que se da origen al profundo estudio de la astrología, la cual a su vez, permitió al ser humano, anticipar eventos como los eclipses, las estaciones, períodos de lluvia y de sequía, los equinoccios y los solsticios dándole a toda su interpretación, una serie de tintes mágicos o divinos.

Luego, llegó la subdivisión en doce signos-tipo que acaba de concretar la clasificación. Es tan completa y compleja que incluye más allá de la mencionada subdivisión arquetípico-estereotípica, hasta un estudio personalizado y específico de carácter para cada individuo, entronado como la carta natal, la primera de las cuales de la que se tiene plena constancia, data de alrededor del año 410 a.C., y fue realizada al hijo del rey Shuma Usur.

Más aún, junto a los rasgos de carácter que su mensaje tipifica, comenta sucesos, eventos, devenires, vocaciones, relaciones y una extensa variedad de otros hechos, tanto de carácter interno, como externo.

Realmente, es un espectacular compendio de conocimiento que incluye al mismo tiempo los aspectos psíquicos y esquemas de vida, junto con la predicción de acontecimientos del destino esperado, todo, acompañando el proceso de interiorización individual respectivo.

Es una herramienta fundamentalmente intuitiva, que deja al margen las explicaciones más profundas de la razón, además de otros factores caracterológicos flexibles, que permiten al observador, el moldeamiento de la interpretación de los sucesos.

A pesar de su relativa ambigüedad, resulta ser una de las fuentes más certeras, amplias y profundas, donde el observador puede abrevar, para obtener un conocimiento tipológico humano, infinitamente superior al de otros muchos intentos por lo demás pobres, que se han realizado desde ciertas ópticas y cuyo alcance está proporcionado por el intelecto, al realizarse dentro de una exclusiva perspectiva científica.

En este proceso, ya definidas las doce constelaciones por las que transitaba el Sol a través de cada año, a las cuales les asignaron, determinadas figuras y ciertas características antropomorfas particulares, se llega al punto en que su aceptación, viajó hasta los más recónditos lugares de la tierra y fue admitida, prácticamente por todas las creencias, religiones y ritos de la historia del mundo, quedando así afianzada a través del devenir del conocimiento del hombre, pues su existencia, ha dado origen a todo tipo de mitos.

El vocablo mito, deriva del griego mythos (μύθος), que significa ‘palabra’ o ‘historia’. Un mito tiene un significado diferente para un creyente desapercibido, que para el antropólogo o para el filólogo. En su contenido se le permite hasta consagrar la ambigüedad y la contradicción, pues un mito no tiene que necesariamente transmitir un mensaje único, claro o coherente.

Se sabe que un mito, es una idea que aun cuando es popularmente creída, puede ser o no falsa. En general se utiliza como una forma funcional de manejo y manipulación popular de creencias, sea para orientar, confundir, controlar o simplemente para llegar a conmover a la gente.

Ahora bien, con el paso del tiempo, el hombre llega a establecer la noción del pensamiento mágico, evento que significa dar un paso trascendental hacia el desarrollo del pensamiento abstracto. Se pasa de la impotencia, al intento de dominación. Aquí aparece el nacimiento de la megalomanía humana, basada en la voluntad.

Así pues, el ser humano intenta dominar los poderes externos, manejando estas fuerzas, para conseguir un beneficio particular para sí.

Ese detenerse frente a las fuerzas o poderes sin miedo, ese dominar el temor, constituye un paso gigantesco desde el punto de vista conceptual.

El individuo se enfrenta con lo desconocido y le dice algo como: ‘Yo te invoco para mí, en función de mi voluntad, para que consigas lo que yo quiero lograr’. Nace el aparente dominio de las fuerzas supra-naturales, a través de la voluntad o por lo menos, da un margen a la interpretación del manejo asignado a una persona.

A continuación, también se desarrolla la alquimia como ciencia que apoya y da fuerza a la magia. Su más antiguo exponente documentado, conduce a Hermes Trismegisto, mencionado primordialmente en la literatura ocultista como un antiguo sabio que desarrolló un sistema de creencias metafísicas holográficas, cuyo contenido hoy, es conocido como: ‘Hermética’.

“Volver la vista atrás es una cosa y marchar atrás, otra”. Charles Caleb Colton.

Fuente: Mi libro: “UN SENDERO A LONTANANZA”.

Autor: Daniel García Vanegas.

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“Uno puede llevar el caballo al agua, pero no lo puede hacer beber. Proverbio árabe.



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