Resulta necesario
interpretar con espíritu esotérico el simbolismo iconográfico, que junto con
los textos, aún los de antiguas civilizaciones, permiten acercarse a buscar entender
el significado del mensaje de aquello que en ello se trasmite.
Tanto el arte como
las ciencias, han sido para sus autores las herramientas que marcan los símbolos
apropiados utilizados para conseguir la divulgación del mensaje y en muchos
casos obtener el ulterior sometimiento al culto.
Empero, el símbolo
como tal, sólo puede ser motivo de interpretación individual, pues su
comprensión total se oculta detrás de lo invisible, limitando el alcance del
significado asumido por cada uno, a la capacidad de la mente que lo debela.
Con el uso de
símbolos, desde siempre se ha intentado comunicar ciertas ideas que trascienden
los límites del lenguaje. Así que interpretar un símbolo, es intentar descubrir
el formato de contenido que ha sido mostrado desde su representación primigenia.
La ciencia de los
símbolos basada en la "hermenéutica", examina tanto la estructura
externa, como la interna del símbolo.
El símbolo actúa
como intermediario entre dos realidades, una conocida y otra desconocida, y
muestra de una forma aparente, según sea el camino usado por el entendimiento,
lo que cada persona pueda identificar fácilmente en su corta realidad, aun
cuando el verdadero significado, pueda ser diferente de aquel que se muestra
como evidente, ya que teóricamente, los símbolos de todas las culturas, ocultan
una realidad última "incomprensible", para aquellos no iniciados o
desconocedores de una interpretación trascendente.
La semiología
explica este tema con mucha claridad. Si bien su significad en un principio se
identificó como el tratado de los síntomas en medicina, con el correr de los
tiempos, ha sido convertida en la denominada ‘Ciencia de convergencia de los
signos’ de modo que la simbología sirve a la naturaleza y a la vida social, no
sólo para los fines propios de la comunicación, sino para efectos de acercarse
a la reflexión ética que se encuentra abrazada y subyacente bajo el lenguaje
común, eso sí, trascendiendo los idiomas, lo que la convierte en un valioso
instrumento de explicación, comunicación y de acción extrema del saber, sobre
el mundo y la sociedad.
Si bien es claro
que toda ciencia debe construir y constituir su objeto y por tanto dictar su
propia metodología, en este caso se trata de determinar qué son y para qué
sirven los signos, además cuáles son sus funciones como sistemas de
entendimiento, convergencia y raciocinio, así la Semiótica se convierte en un
lugar teórico, donde confluyen a dialogar varias ciencias o disciplinas todas
en busca de lograr una significación, a partir de una síntesis coherente y de
reconocer las formas de funcionamiento inherentes a ellas mismas, en relación
con todas o cualquiera de las demás con las que se relacionan.
El proceso de
convergencia se confunde, sea por causa de la especulación azarosa, o de la
pretensión cientificista, o de las trampas de la controversia teórica del significado
o en la simple interpretación de la función de los símbolos. Por ello, los
expertos recomiendan tener un distanciamiento del signo, para obtener una mejor
óptica del objeto, de su imagen y hasta de la presencia del mismo observador.
La semiología es el
Signo, su representación, manifestación o acercamiento a un elemento, sin que
medie la necesidad de una experiencia o un contacto directo que se produzca en
circunstancias particulares. También es la remisión de una cosa presente, a
otra ausente por medio de códigos de interpretación
Por su parte, ‘Código
de Interpretación’, es conjunto de signos o de convenciones que permite llegar
a un grado de comprensión o de realidad, sea ésta relativa o absoluta de
acuerdo con la información disponible o en función del grado de comprensión
individual o colectiva.
El lenguaje para la
comunicación puede ser por ejemplo de tipo: oral, verbal, sónico, escrito,
visual, gesticular, gráfico, pictográfico, de señales visuales, simbólico,
olfativo, de movimiento o derivado de cualquier otra manifestación humana o de
la naturaleza que enriquezca el proceso de trasmisión de las ideas.
Existen pues relaciones
de simbolismo del espacio coincidentes entre lenguajes los cuales constituyen y destacan las medidas universales:
ü
El universo material = Unidades
significantes
ü
El universo conceptual = Unidades
de significado
Este conjunto lleva
a reconocer los componentes básicos del mensaje a saber:
ü
Emisor = origen.
ü
Referente = elemento, contexto,
esencia, objeto, tema, característica.
ü
Canal = vía, medio físico o
instrumento de comunicación.
ü
Código = convención de
interpretación común entre emisor y receptor.
ü
Receptor = destino.
El simbolismo del espacio ha sido
motivo de comunicación imperceptible desde el inicio de la humanidad, pues el
hombre en su esfuerzo por comunicarse, ha acudido a diferentes métodos de
representación de la realidad, utilizando sistemas auditivos, visuales o
mímicos, en especial para impresionar con mayor énfasis algún órgano o sentido del
receptor objetivo seleccionado y así efectuar el intercambio de experiencias,
haciendo especial hincapié en su significativa.
Desde entonces, la
representación auditiva ha estado estrechamente relacionada con el sonido y ésta
herramienta se requiere como medio de comunicación, cuando menos durante la
presencia del mensaje establecido entre un emisor y un receptor.
La manifestación de
relación humana, se inició con sonidos hasta convertirse en lo que hoy está
representado en la estructura de la actual fonética y demás sistemas de apoyo
sonoro, corrientemente utilizados. Ella es secuencial, ordenada y enfática;
gracias a ella, se toma consciencia del compás, el ritmo, los tiempos, el
acento, la cadencia, los sonidos y la música.
La representación
visual, responde a la abstracción gráfica de los fenómenos físicos relacionados
con la representación de la realidad y requiere cierta capacidad avanzada de
simbolización e interpretación por parte de sus ejecutantes.
Se expresa por
símbolos que van desde figuras antropomorfas, hasta registrar las imágenes de
los sonidos, hoy convertidos en diferentes tipos de escritura, gracias a las
cuales el hombre se ha permitido, dejar constancia de la experiencia
fonética-auditiva, o alternativamente, continuar expresándose por medio de una amplia
simbología.
Por su parte, la
representación kinestésica o mímica, resulta cuando de forma activa, se
comunica o procesa la información intercambiada y ella, está directamente
asociada con la manifestación de sensaciones provenientes de la mente y manifestadas
por el uso de los movimientos del cuerpo en forma concomitante.
De las tres, la
representación visual fue la única que desde un principio y a través del
tiempo, permitió e hizo posible, conservar los registros de la tradición
histórica de los sucesos, registrados de forma más fidedigna.
En tiempos
recientes, gracias a la tecnología, se pueden efectuar registros de las
representaciones auditivas y la kinestésicas avanzadas, ya que ahora son
realizadas por métodos modernos simultáneos de grabación del sonido y de
registro de imágenes, aun en movimiento.
El contenido de las
representaciones, pasa desde la manifestación de los elementos significantes,
que tienen que ver con los conceptos expresados oral o textualmente, sea sobre
los objetos, seres o sucesos, o bien pueden ser representados por signos grafos
(letras) o símbolos gráficos (imágenes) generalmente catalogados por ‘tipos’.
Tipo, es un modelo
representativo de un género o clase, referido a una forma, a un comportamiento
y a sus diversas motivaciones.
Para ciertos casos,
el vocablo ‘tipo’, se entiende una constitución de atributos, rasgos y
condicionantes, lo suficientemente tangibles a la observación, que los hace claramente
definibles o diferenciables, y además, susceptibles de explicar comportamientos
similares dentro de un conjunto humano.
Al respecto C.G. Jung
apunta: “Un tipo, es un ejemplo o modelo
que reproduce de manera característica, el carácter de un género o generalidad
(...) Tipo es un modelo característico de una actitud general, que se haya
presente en muchas formas individuales”.
El tipo, cuenta con
una esencialidad particular, que lo hace distinguible de otras y cuyo conjunto
forma, una tipología completa.
Las tipologías
existen, pues desde hace ya mucho tiempo, hay una cierta predisposición en el
observador por entender una serie de estilos distribuidos por clases y por
grupos, en lugar de entrar a intentar definir sus infinitas variantes
individuales. En efecto, la fenomenología, permite y exige establecer clases,
parcelas y tipos que se ordenan en conjuntos, evitando sus inmensas variaciones
particulares.
Ese conocimiento
instintivo, se usa para clasificar intuitivamente los grupos, valorando cada
uno en rangos parecidos o especiales, como una manifestación insistente para el
esclarecimiento de un concepto, idea o pensamiento.
Aun cuando muchas clasificaciones
suelen carecer de un fundamento profundo, pues suelen ser tópicos frívolos, que
desconocen los rasgos esenciales de las características primarias y los matices
que conforman lo secundario, lo contingente o lo derivado, sin embargo y aun
así se dan.
El tópico, por
ejemplo asevera formas generales del tipo: “Todos
los hombres son iguales” bajo una simpleza tal, que aunque es válida,
resulta aparentemente injustificable.
Los nodos
motivacionales, son llamados en psicología los arquetipos del inconsciente colectivo.
La diferencia que hay entre tipo y Arquetipo, radica en que el primero es
individual y el segundo es colectivo, mecanismo que se aplica también en el desarrollo
de la simbología.
Se trata de
patrones innatos de comportamiento común, que se manifiestan como
representaciones que cumplen con atraer, convencer, fascinar y dominar, y que
además son individuales, pues se desarrollan a partir de las circunstancias
vitales, cada una manifestada en mayor o menor medida por parte del observador.
Nacen de variadas
disciplinas como la literatura, el arte, la historia, la semiótica y la
mitología, mientras permanecen a través del tiempo, sea contenidos en leyendas,
cuentos, relatos, cultos y mitos, que están presentes en todas las culturas. Se
trata de características familiares universales, que trascienden aspectos de tiempo,
lugar, cultura, género y edad, que hacen que se conviertan en poderosos
motivadores sociales.
Los arquetipos
revelan la realización de ciertas motivaciones y deseos humanos básicos,
liberando emociones y anhelos profundos, creando fuertes vínculos de
identificación, pues son relacionados, de manera inconsciente, con determinados
símbolos e historias que producen fascinación, cuyo poder reside en que son
atemporales, transculturales y flexibles.
Por el contrario,
los estereotipos representan y funcionan como principios organizadores,
proporcionando inspiración, estructura y coherencia a la relación
relato-imaginaria vinculada con la realidad.
Así pues un
estereotipo, es un modelo tópico de un solo tipo. Se constituye en una
generalización y como tal, sirve para mostrar llamativamente ciertas esencias propias
de una determinada tipología, aun cuando a menudo no cumplen su función, en
especial cuando se pretende reducir todas las esencias o variantes de un
conjunto, resumiéndolas bajo las características propias de un mismo tipo.
Tal es el caso de
proyección de la imagen de Albert Einstein, quien se ha convertido en el
estereotipo del pensador, cuando en el fondo, él sólo representa el tipo de
pensamiento introvertido, el cual a su vez, se ha convertido en una esencia
común asociada a los muchos científicos teóricos, teólogos o filósofos
metafísicos. Su caricaturización iconográfica, lo hace corresponder a un estereotipo
de: "profesor chiflado".
El observador, tiene
entonces que acudir a su capacidad de abstracción, para extraer la esencia de
cada rasgo estereotípico claramente definido, si quiere certeramente clasificar
los caracteres del entorno, sin perderse entre las infinitas variaciones
concretas individuales de los mismos temas esenciales tipológicos, dentro de una
constelación determinada de arquetipos espaciales.
Igualmente, cuando
el símbolo se remite a arquetipos o significados puros, también hacen referencia,
a los elementos ‘significantes primordiales’ que los componen.
Regresando al tema, un arquetipo (del griego αρχη, arjé, ‘fuente’, ‘principio’ u
‘origen’, y τυπος, typos, ‘impresión’ o ‘modelo’) es el patrón ejemplar, del
cual derivan otros objetos, ideas o conceptos.
La filosofía Platónica
considera que las formas sustanciales ejemplares y perfectas de las cosas,
existen eternamente en el pensamiento divino.
Otros pensadores, consideran
los arquetipos no como materia o sustancia, sino como ciertas formas de la
energía. O visto desde otro ángulo, energía que se transforma en formas. Ellos
son puntos de encuentro o nódulos dentro de la red de la energía cósmica, en los
que se manifiesta una determinada forma según sea su cualidad, posición en la
estructura y momento, como parte del proceso de evolución global, según sea su
posición con relación al todo y dependiendo de su relación particular con los
demás arquetipos.
Entonces, el
arquetipo, por asociación se remite al concepto de símbolo, en lo que se
denomina ‘el pensamiento simbólico’, él, da la posibilidad de tener una libre
circulación a través de todos los niveles de lo real. El ámbito de ‘libre
circulación’, por demás, es demasiado poca en su cobertura, ya que el símbolo,
identifica, asimila, unifica planos, crea planos heterogéneos y marca
realidades aparentemente irreductibles.
En general se llama
símbolo, tanto a la representación, como a lo representado, es decir, al signo
que representa ambos; lo anterior conlleva a que utilizando la misma forma compleja
de expresión, se designa tanto al ‘significante’, como al ‘significado’.
El símbolo como
representación del significante, es visual, auditivo o kinestésico. El símbolo
como significado, se remite a lo que representa, no solamente con relación a
objetos, seres o eventos, sino a cualquier otra interpretación que pueda ser
traducida en ideas, bajo cualquier versión metafísica.
Bueno, lo
importante al fin y al cabo, es destacar que el hombre ha logrado diseñar
sistemas, métodos y estructuras para clasificar el conocimiento y así facilitar
su trasmisión y sus enseñanzas, resaltando las formas con que a través de la
simbología, ellas adquieren una real trascendencia semiótica, disciplina que se
debe tocar y estudiar con la debida propiedad, para por su intermedio, intentar
mejorar los niveles de entendimiento, de las explicaciones y de las propuestas así
desarrolladas.
"No basta escuchar lo que cada cual dice, sino que
es preciso descubrir lo que piensa y por qué lo piensa". Cicerón (s. I a. C.)
Todo ello conduce a
la comunicación, cuyo acto central trata del relacionamiento entre los
congéneres de la raza humana. Conlleva un sistema conceptual o ideal, que
maneja un conjunto organizado de definiciones, nombres, símbolos y otros
instrumentos reconocibles, tanto de pensamiento, como de interrelación, y que
coordina las acciones de unión, vínculo, enlace, correspondencia y
transferencia de información, utilizados entre dos o más personas, por medio de
los más variados medios de expresión.
Los más destacados
y reconocidos son:
ü
Los visuales reconocidos por señales
gestuales;
ü
Los orales-verbales de uso
frecuente de palabra y otros sonidos donde principalmente interviene la
boca-garganta y otros apoyos sónicos;
ü
Los escrito-gráficos de
representación semiótica y
ü
Los de electro-trasmisión, sea
química, magnética, bio-eléctrica o neuronal.
La comunicación es
posible entre los hombres, porque en general todas las ideas y cosas, ya sean
internas o ajenas, son representables. Algunas con mayor grado de dificultad
que otras.
Sin embargo, el
hecho de poder representar, para los demás, los pensamientos, los sucesos y las
cosas, aunque posible, no se trata de la aplicación de procesos sencillos.
La dificultad,
radica en lograr transmitir las ideas de una mente con plena exactitud a otras,
pues para lograr su real interpretación intervienen: la descripción, la
percepción, la instrucción y el conocimiento de los partícipes dentro del
proceso de comunicación sobre el evento en cuestión.
Se denomina genéricamente
‘Proceso de comunicación’, a todos aquellos fenómenos relacionados con el
simple intercambio de información, donde se trata de comprender y transmitir
bien una situación o un hecho, y se busca escoger en forma correcta, los
diferentes signos y medios que puedan expresarla de la manera más adecuada
posible.
Pero la
comunicación no se reduce a un intercambio de información, puesto que en su verdadero
espíritu ella contiene una comunión de signos, significados, razones, alcances,
fuerzas, motivos y valores, ya que en el proceso de contacto, se intercambian y
se crean las más variadas interpretaciones, impresiones y actitudes.
La comunicación es,
además, una concordancia emotiva. Se constituye en la fuerza invisible que
acerca y une, o aleja y desune a los seres humanos, pues cualquier tipo de comportamiento,
desde el más elemental posible, ya se comprende como un acto de comunicación.
Existen pues dos
motivos básicos por los cuales el individuo se comunica:
ü El objetivo, que responde a la imprescindible necesidad de comunicarse
que tienen los hombres, para atender todos los aspectos vitales de su relación.
ü El subjetivo, responde al hecho instintivo de querer compartir las
experiencias y los conocimientos de cualquier naturaleza.
Sin embargo en el
fondo, la comunicación adecuada empieza consigo mismo.
El proceso de
comunicación interno se hace de forma automática, por medio del raciocinio,
como producto del más elemental vínculo lógico que sucede entre el pensamiento
y el intelecto.
Por ello, dependiendo
de la forma como se establezca la comunicación consigo mismo, obedece el tipo
de comunicación que proyectado hacia el exterior, se construya con los demás.
Igual, la comunicación
consigo mismo, está determinada por la mente, y por lo tanto, ella dirige tanto
la actitud, como el curso de las acciones subsecuentes.
Por ejemplo: las
dificultades aparecen menos desagradables o más soportables, cuando oportunamente
se expresa que pueden ser transformadas. La manifestación de las sensaciones,
emociones y sentimientos, también depende de dos impulsos fundamentales de la
misma acción, esto es, de la manera de expresión del emisor y de la forma percepción
del receptor.
Un apunte popular
dice: “Cuando dos personas dialogan, en
realidad son seis las fuerzas que intervienen, ya que cada uno de los dos,
maneja tres de ellas, a saber: primero, quien efectivamente se es y apenas si
se conoce; segundo, quien cree ser ante sus propios ojos, y tercero, quien
parece ser ante los ojos del interlocutor”.
Algunos ejemplos de
este tipo de conceptos afirman la propuesta: el hombre camina, una cama, una cabaña de madera, un insecto, una mujer,
etc…
Por lo tanto, el
concepto no es producido solamente por las sensaciones, percepciones o imágenes
que se acumulan en la mente, sino que son el resultado o fruto del proceso
organizado al que acuden todas aquellas representaciones sensibles, a las
cuales dicho proceso da forma, para hacer que se pueda vincular el mundo
interno o conciencia, con el mundo exterior o entorno.
Así pues
‘concepto’, es el primer pensamiento que se forma en la más temprana infancia y
luego se subdivide secuencialmente según:
ü Su extensión: en universal,
particular, singular y colectivo.
ü Su comprensión: en simple,
compuesto, complejo, incomplejo, abstracto, concreto, unívoco y análogo.
ü Su perfección subjetiva: en claro,
confuso, exacto, preciso o inexacto.
Ahora
bien, los conceptos se convierten en juicios, evento que sucede al momento en
que se relacionan dos o más conceptos, por lo tanto, se constituye un juicio,
cuando convienen un mínimo dos conceptos entre sí.
Cabe
resaltar que los juicios y su representación siempre están compuestos de
esencia y de forma y la relación entre ellos se logra, a través del verbo ser.
Ejemplo: La lectura (sujeto) es agradable (predicado).
Al igual
que los conceptos, los juicios pueden ser según su extensión, universales, o
particulares, y según la cualidad de la relación, ser conceptos, afirmativos o
negativos, aun cuando cada uno conlleva su propio significado.
Significado a su vez, es el contenido mental que le es dado al signo
lingüístico que se expresa. Es el concepto
o idea que se asocia al signo sonoro o visual que lo representa en todo tipo de
comunicación activa.
Su contenido semántico, depende del
valor mental relativo que cada persona asigna a la interpretación del
significado, dependiendo de la función, uso o utilidad que se le asigne o le pertenezca.
El signo lingüístico, es esencialmente
la relación que media entre el significante y su significado.
Es por ello que la Semántica
atribuye a todo signo de expresión lingüístico, dos componentes básicos: el
significante y el significado.
La parte del significado para cuya
interpretación es importante reconocer el contexto lingüístico, es visto en
detalle por la pragmática, ciencia que estudia las maneras en que el contexto
afecta al significado.
Las dos formas primarias de
contexto relevantes para la pragmática, son el contexto lingüístico y el
contexto situacional.
El significado no puede ser
completamente reducido a la semántica lingüística, ya que por ejemplo una misma
oración gramatical puede representar enunciados distintos, con interpretaciones
diferentes, según sea el contexto real en que se desarrollen.
Por su parte, la Semiótica analiza
el significado en términos del signo lingüístico, que a su vez involucraban la
idea del significante-designador y el significado-designado.
El significante, corresponde al
sonido o al grafo de la expresión lingüística, mientras el significado, tiene
que ver con el objeto o concepto, pues obedece al contenido o imagen mental,
asociado con el sonido.
Los signos lingüísticos en sí
mismos sólo existen por oposición a otros signos, lo que significa ‘perro’,
tiene significado sólo porque no es: un tigre’, una ‘mesa’ o un ‘bebé’.
Es decir, el significado sólo
existe frente a la pluralidad de cosas significadas o polisemia. Además, los
signos son esencialmente arbitrarios, es decir, no existe normalmente
una razón específica, por la cual una determinada expresión designe a cierto
objeto, salvo en los casos de sonidos onomatopéyicos.
Esta es la razón por la cual el
significado no constituye algo asociado al objeto, ya que los significantes
para un objeto, suelen tomarse de manera totalmente arbitraria.
La semiología o
semiótica complementa la comunicación, al ser la ‘ciencia que estudia el signo’,
sus representaciones, sus manifestaciones o el acercamiento a un elemento, sin
que medie la necesidad de una experiencia o un contacto directo, que sea producido
en circunstancias particulares.
También, corresponde
a la remisión de una cosa presente, a otra ausente, por medio de códigos de
interpretación, por Ej.: el recuerdo de un momento memorable.
Conocer y manejar
los modelos de comunicación, permitirá al observador, promover formas de
entendimiento claras y efectivas consigo mismo y con los demás, de manera que
se conviertan en un apoyo, y no, en un obstáculo al desarrollo del crecimiento
personal y de la inteligencia colectiva.
"Las palabras más antiguas y más cortas: sí y
no, son las que requieren más reflexión". Pitágoras de Samos.
Fuente: Complemento a mi libro: “Sendero a Lontananza”.
Autor: Daniel García Vanegas.
Agradeceré sus comentarios a: mayorideas@gmail.com
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