martes, 30 de septiembre de 2014

LA JUSTIFICACIÓN (I)

  
"Yo no busco saber las respuestas, busco comprender las preguntas." Confucio.

El observador desprevenido, se ha tomado el tiempo necesario para desarrollar el contenido de lo que desde un principio ha sido considerado de vital importancia para analizar el fin último de los temas tratados por las ciencias humanas y buscando dejar latente en el observador, la inquietud que brota desde la más profunda: ‘Semilla de Inquietud’.

En general, el intelecto del observador cabalga sobre aspectos amables, ampliamente conocidos y debatidos, sin embargo, en ocasiones se acerca a tratar temas algo más densos que requieren una más amplia concentración y obligan al lector a disponer de una mente abierta, esto, para acercarse con la debida propiedad al trasfondo de los asuntos que al final le comunican con su propio: ‘Habitante Interior’.

Sabiendo que los valores son parte fundamental de la naturaleza humana, se ha realizado un acercamiento en esta obra, partiendo de la necesidad básica de intentar comprender de una mejor manera, el significado que de ellos, ha sido pregonado por la filosofía de los valores.

A la luz de la novedad que acompaña los actuales planteamientos de funcionamiento del cerebro y resaltando el significado de entender, se reconoce que todo el control, manejo y perfeccionamiento de los conceptos, únicamente están en manos de la voluntad y proyección de cada individuo en particular. El término individuo significa: ‘No Dividido’ y por tanto resalta que cada quien es un ejemplar único dentro de la multiversal existencia.

Esto lleva a reconocer la importancia que tiene para la vida, el permanecer como persona consciente de la inminente necesidad de mejorar siempre, en busca de las pretendidas realización y felicidad, consideradas como la máxima panacea de alcance posible de cualquier ser humano, lo que como consecuencia derivada, por permeabilización, trae un marcado beneficio para todos los miembros de la comunidad humana.

Toda persona en su discurrir ha aceptado un cargamento voluminoso de ideas ajenas, esto, como producto de una inmensa acumulación de opiniones, convicciones o conceptos, muchos de ellos errados o impuestos, e inclusive contrarios a la verdad, esto significa que hay elementos que hasta entran en conflicto con los principios básicos universales, de modo que afectan todos los hechos naturales de la vida diaria, perturbando en su transitar, los vehículos portadores de los aspectos generadores de la vida humana, como son: el cuerpo, el espíritu, el alma, la consciencia, la mente, la razón y el pensamiento.

Se advierte además que dicho cargamento de nociones que porta el hombre, ha sido aceptado, muchas veces sin llegar a producir cuestionamiento alguno; esto es, que su adopción se hace, sin ni siquiera intentar utilizar el derecho de uso de la decisión que proporciona el 'Libre Albedrío', para al final por omisión o descuido, llegar a abandonar el derecho de escoger, sea para aceptar o para rechazar, sus contenidos.

Por ejemplo, se supone que si no se hubiesen aceptado ciertos elementos negativos como propios, otro sería el enfoque general de la vida, pues no hay poder en el mundo que pueda atacar, ni convencer al subconsciente para que actúe de ninguna forma distinta, de aquella cómo ha sido constituido y conformado a través del tiempo y de la vida.

Generalmente, al momento de empezar el desarrollo de cualquier nueva actividad, ya sea para iniciar una ocupación, arte u oficio, previamente se estudia, es más aún, se entrena la forma cómo realizarlo, pues la experiencia indica que en función de la calidad de la preparación, es posible obtener los mejores resultados posibles de todo aquello que allí se deriva.

Pero contradictoriamente, sucede que para efectuar la labor más importante de todas, como es: ‘la práctica del vivir bien la vida’, es triste que para ello, la persona no se le prepara, ni mucho menos se entrena en forma consciente, consistente y permanente, como sería lo ideal que fuese realizado desde su más tierna infancia y como debe ser la obligación de forjar cada uno, a partir de disponer de su propio uso de razón.

Al vivir bajo la permanente presión proveniente de la angustia diaria, ésta se sumerge dentro del subconsciente y se disfraza con el entorno, de modo que tergiversa en el observador su verdadero sentido de existencia y en consecuencia, éste pasa por alto su verdadera y profunda razón de ser, olvidando entonces, el propósito fundamental de la vida.

Dentro de la limitada capacidad del cerebro humano, aun hoy resulta muy atrevido siquiera pretender dar una explicación que resulte suficiente para entender el fenómeno implícito de la vida y mucho menos, siquiera pretender ver o entender, su verdadera trascendencia.

En este punto de la idea, se debe recordar que cualquier proceso de cambio por leve que éste sea, requiere primero del paso de ‘desaprender lo aprendido’, para luego si adoptar, el indispensable proceso de ‘re-aprendizaje’.

Un Sendero a Lontananza’, no es otra cosa que un sutil acercamiento a una pretendida explicación de una serie de dudas sistémicas que surgen del tránsito personal por la vida de un observador desprevenido, en un pertinaz intento de lograr una aproximación a la verdad.

La verdad, corresponde a la condición de un viaje, reflejo fiel o acertado del andar por la vida, donde desde luego interviene el reconocimiento de la existencia real, tanto física como metafísica y su interpretación obedece a la experiencia particular de cada uno, que haya sido  adquirida por cada transeúnte.

Este ensayo pretende acercarse a la realidad en una forma enunciativa, alegórica y sin misterios, pues busca llevar al observador a través de un soliloquio narrativo basado en la intertextualidad universal, y así ayudar a encontrar una ruta del fluir en el placer que produce el mejor entendimiento de la naturaleza humana, esto en un todo conforme con el lineamiento del pensamiento aristotélico que pregona el logro de un mejor vivir, cuyo postulado mayor dice que hay que hacerlo de una manera: “íntegra, consecuente y perdurable”.

En algunos casos se utilizan figuras alegóricas para ‘hablar figurativamente’, pretendiendo representar alguna idea, usando diferentes recursos metafóricos, textuales, gráficos o figurativos, básicamente con una clara intención retórica, didáctica o aclaratoria, acudiendo aún hasta la ficción, para representar algo que resulte complementario, diferente o análogo, con relación al tema tratado considera que la percepción simbólica, opera para facilitar la transmutación de ciertos datos inmediatos que resultan transparentes. Sin la aplicación de esa transparencia requerida, resultaría imposible lograr pasar de un plano a otro.

Recíprocamente, el hombre vive en un mundo gobernado por principios o leyes físicas y mentales, cuyo conjunto se define en principio como: “La ley invariable que no falla jamás”.

La metafísica contempla el estudio de las leyes mental-espirituales. Esto se cumple al reconocer que nada se mueve en este universo sin el cumplimiento de ellas, ni de la presencia de su inmensa concatenación; sin embargo, el tan amplio desconocimiento de un reflejo comprobado, llega en última instancia a derivar en los criterios afirmados por la ciencia o por la simple práctica.

En el contenido se revisa con cierta discreción la interrelación de las creencias fundamentales de vida atesoradas por las culturas de oriente y de occidente, frente a la administración mental general establecida de los recursos físicos y espirituales disponibles.

En algún momento se mira la confluencia de las fuerzas relacionadas con los puntos energéticos dentro de un modelo de estructura cerebral, esto es, se establece la relación energía-cerebro y las condiciones preponderantes de las fuerzas vitales que rigen su conjunto, enmarcadas en el sentir de: realidad-pensamiento-sentimiento.

Muchas veces, para el individuo en su limitada expresión se desdibuja y no aparece favorable la oportunidad para el logro de una vida mejor que aquella que está llevando, esto, porque el mensaje que se ha recibido, constantemente resulta errado o contempla miedos y de promesas negativas, de manera que en su desorden forman un nudo tal que desde su posición real, no se permite un adecuado desenlace de los eventos deseables.

Es en forma de contraposición que se pretende resaltar que el hombre, dispone del hecho extraordinario de la existencia al alcance de todos y que puede y debe ser reconocido en su pleno valor, esto corresponde a que cada uno debe tomar el dominio consciente de su propia mente y manejar el invaluable poder disponible, como la mejor herramienta para llegar a entender para entonces poder trascender.

Lo cierto es que resulta importante tomar consciencia de preparar durante esta vida, el equipaje para cumplir con plenitud, la continuidad de un viaje satisfactorio, sea con retorno o sin él, cuando llegue el momento definitivo del sustancial reconocimiento del Ser.

Innumerables experiencias reveladas muestran que al final, siempre se llega al destino, sin embargo, es un deber individual procurarse un buen pasar a través de los estados obligados que la vida le impone a cada viajero, los que no son otra cosa que la serie de manifestaciones particulares que por su presencia, comprueban y reafirman la existencia del ente individual.

Es así como, en su gran capacidad, el ser humano tiene la facultad de reconocerse a sí mismo, a los demás humanos, a todas las demás formas de vida y con alguna mayor dificultad, a aquilatar la unidad del medio y concebir el Todo como la presencia de la unidad, la igualdad y la verdad.

La inspiración recibida de Saint Germain en su texto denominado “El Camino de Retorno” manifiesta de alguna manera un mensaje que resulta trascendental para el propósito de éste escrito y que dice a la letra:

“Más allá del tiempo y del espacio de las conciencias humanas y divinas, más allá de todo lo concebible, reside la fuente de donde ha emanado toda la vida, y todo lo demás, es el eco de la creación que fue generada eones de tiempo atrás, sólo se percibe lo que se asemeja a cada ser en su estado, siendo literalmente incapaces de percibir aquello que es esencialmente diferente”.




Fuente: Mi libro: “UN SENDERO A LONTANANZA”.
Registro de Propiedad Intelectual DNDA: 10-427-242
Autor: Daniel García Vanegas.
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