martes, 31 de marzo de 2015

EL SONIDO (III)


EL SONIDO (III)

“Siete son los senderos que cruzan el Huerto Infinito, y cada uno deberá transitarse con el cuerpo, el corazón y la mente como uno...”. Código de Isaiah.

Ya los esenios hace más de 2.500 años sostenían que la clave del dominio de un comportamiento integral, se encuentra resumido como uno, en el anterior pasaje del código de Issaiah,

Según la más rancia tradición, todo en la creación recorre siete etapas de actividad y luego llega automáticamente un momento de descanso.

En su densa y limitada percepción, el ser humano ve el universo fragmentado en siete escalas o bandas de frecuencias vibracionales. Tanto es así que en algunas culturas, se usa el número siete como el principal sistema de fragmentación del universo que en razón de su fenómeno de continuación se mide en octavas.

Se reconoce que siete son los pasos que recorre toda manifestación desde el momento en que se expresa el deseo, hasta que se hace visible la demostración. Al seguir este modelo, por ejemplo se empaqueta el ciclo del tiempo en siete días, por supuesto como producto de la asociación de las unidades de tiempo determinada por la observación los ciclos naturales básicos de la luna.

Siete son los colores del prisma y siete las notas musicales primarias cuya sucesión de siete sonidos que conforman la escala y que se suceden desde el registro grave hasta el agudo, pues siguen las mismas siete notas de la escala que como ya fue indicado, en términos musicales se denomina una octava.

Ya desde la remota Grecia la lira, el instrumento sagrado de Apolo, consta de siete cuerdas de tripa de distintas longitudes, acodadas sobre un marco de resonancia, estructura que origina los siete tonos armónicos, los mismos que elevaban el espíritu del hombre y además, a cada uno de sus sonidos se le asigna uno de los siete planetas.

En su momento, el conocimiento previo de la música y la geometría era obligatorio en la escuela de Pitágoras quien consideraba que la música consiste en un efecto que pone en movimiento la sustancia-luz universal sonora por medio de los poderes creativos divinos, sea en forma de pensamiento, sentimiento, acción o por medio de la simple palabra hablada.

La música se considera desde entonces la voz de la perfección, porque cada pensamiento y sentimiento crea un sonido particular, emite un color exquisito, lo que produce la especial forma particular que lo reviste. La música es un flujo armonioso de energía que transforma la calidad del aspecto externo y lo hace de forma tan fácil, como fuego modifica las frecuencias inferiores de vibración, propias de la sustancia en su dimensión respectiva y además lo hace, sin necesidad de argumentos o lucha.

Resulta evidente que la más notable manifestación del relacionamiento humano, se inició a partir de sonidos hasta convertirse en lo que hoy está representado en la más vasta estructura de la actualidad fonética, soportado en los demás sistemas de apoyo sonoro que corrientemente son utilizados. Tanto es así, que cuando se lee, la mente escucha el eco del sonido representado en los símbolos respectivos.

Estos cantos naturales se difuminan, tal como lo hace el perfume de las flores, mientras en un término más amplio, su radiación sonora contribuye con la conformación universal de la música de las esferas, ya que cada uno está en capacidad de concentrarse y enfocar el don de su canto, a través de sus propias cuerdas vocales o de cualquier otro místico regalo usado como instrumento del sonido, incluido el pensamiento.

Al recordar que todo en el universo vibra o se mueve, se explica cómo cada elemento en forma de sonido, sea el pensamiento, la emoción y las palabras tienen vibraciones muy propias y enlazadas con la frecuencia en el que su sonido se genera.

Curiosamente las leyes cósmicas también son siete: vibración, cohesión, desintegración, control magnético, fijación, armonía e impulso. Así se tiene que cada Ser, emite su propia vibración, la cual al traducirse en sonido constituye su llave tonal; por la ley de la correspondencia, asimismo genera un color que prima sobre los demás, el cual también es asimilable con alguno de los siete chacras; e inclusive, produce una forma geométrica particular que corresponde a su propio patrón energético, que entonces aparece manifiesto en forma de: ‘pensamiento-forma-tono’.

Por tanto, las llaves tonales son las manifestaciones sonoras de la esencia y de la vibración, expresadas en forma armónica y ordenadas en composiciones sean estas de tipo sinfónico o melódico.

Por ejemplo, a cada Maestro Ascendido se le asocia una llave tonal particular, la cual está entretejida en una bella expresión de sonido; y a medida que se irradia la mezcla de sus tonos, su construcción se constituye una inspiración para todos los que tienen el privilegio de tener acceso a contemplar las facultades superiores desarrolladas por el oído interno universal.

En dicho sonido se encuentra la radiación del ser y de su energía, por lo que la audición, inundará el lugar de emisión con las virtudes que le son propias a cada Ser.

Los siete colores del arco iris también muestran al septenario como regulador de vibraciones, dentro de un espectro continuo de colores; comúnmente se suele aceptar que el espectro está conformado por los siete colores básicos de arco iris y de sus intercepciones que en su orden descendente son: rojo, naranja, amarillo, verde, celeste, azul y violeta, los cuales resultan de la descomposición de las correspondientes frecuencias de la luz visibles para el ojo humano.

En un intento por representar la equivalencia entre sonido y color se ha desarrollado el siguiente esquema que directamente permite visualizar su relación básica:

NOTAS MUSICALES Y COLORES



Es más, yendo un poco más allá y al salirse del esquema septenario para llegar al sistema duodenario, esto es, al superar la tradicional representación del modelo 3 +4 para reconocer el trazado 3 X 4, el observador se acerca a un compendio más avanzado que lo lleva a considerar otro modelo que para éste caso particular se muestra como ‘afinación temperada’, de modo que abre la mente a un modelo por demás complementario.


Para los entendidos, está claro que el dodecaedro, junto con el septenario son los modelos más usuales y recurrentes que sirven para elaborar y representar ciertas esferas de clasificaciones, particularmente, aquellas relacionadas con ciertos códigos tradicionalmente utilizados por las religiones y aplicadas a otra gran diversidad de elementos definitorios de los aspectos metafísicos más relevantes, como preferentemente son el sonido y el color.

Pues bien, la comunicación sonora es secuencial, ordenada y enfática; gracias a ella, es posible tomar consciencia del compás, el ritmo, los tiempos, el acento, la cadencia de los sonidos y en la música, su armonía y melodía, su rima, poesía prosa y todos los contenidos implícitos y subyacentes.

Así como la representación visual, responde a la abstracción gráfica de los fenómenos físicos relacionados con la representación de la realidad, ella requiere cierta capacidad avanzada de reconocimiento de la simbolización e interpretación por parte de los ejecutantes emisores-receptores.

Su combinación se expresa por símbolos que van desde figuras antropomorfas e íconos, hasta inclusive registrar las imágenes de los sonidos, hoy convertidos en diferentes tipos de escritura, gracias a las cuales el hombre se ha permitido dejar constancia simultánea de la experiencia fonética-auditiva y alternativamente, continuar expresándose por medio de una amplia simbología de manera automática.

Como complemento, la representación kinestésica o mímica, resulta útil, cuando de forma activa, se comunica o procesa la información intercambiada y ella está directamente asociada con la manifestación de sensaciones provenientes de la mente y manifestadas mediante el uso de los movimientos del cuerpo de forma concomitante.

El hemisferio cerebral derecho es ente el integrador, por ser el centro de las facultades de percepción global viso-espaciales de comunicación no verbal que está especializado en sensaciones, sentimientos, prosodia y habilidades de comunicación del tipo: visual-artístico y musical-sonoro que son propias de ciertas formas específicas del lenguaje.

Muchos mensajes de culturas antiguas se han transmitido a través de historias, iconos, construcciones, edificios, e incluso alfabetos diseminados por infinidad de lugares del mundo que van desde América Central a Egipto y de China a la Patagonia. Y ahora, ante la actual encrucijada de la evolución humana, se intentan decodificar, al viajar el conocimiento humano para traspasar el espacio y el espíritu esto es, cabalgar sobre las notas musicales y los sonidos hasta respirar la esencia de vida que deja la estela de la lluvia recién caída.

En esta época, cuando el cambio de valores y el olvido han cubierto el conocimiento antiguo, las facultades del hombre se perciben tal como las cuerdas flojas del violín. Así que sólo el observador que sabe apretar y ajustar los tonos de su violín en armonía con las vibraciones luminosas y acústicas, está en capacidad de extraer la divina melodía de ellas. La combinación de estos poderes y la de armonizar entre los planos del Macrocosmos y del Microcosmos, darán como resultado la geométrica equivale a la más sublime invocación sagrada.

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Fuente: Mi libro: “UN SENDERO A LONTANANZA”.
Registro de Propiedad Intelectual DNDA: 10-427-242
Autor: Daniel García Vanegas.
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ETIQUETAS: Sonido, música, armonía, melodía, ruido, ritmo, percusión, sistemas, ordenamiento, energía, vibración frecuencias, ilusión, fuerza, entidad, existencia, planeta.


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