MEDIDAS DE
TIEMPO
“El tiempo es un
gran maestro que arregla muchas cosas”. Pierre
Corneille.
Históricamente el tiempo no se ha podido definir con absoluta claridad, pues siempre ha estado asociado tanto a ciertos sucesos referenciales, como a su propio registro.
De alguna manera
se asimila a un intervalo o lapso de duración de su propio transcurrir,
sirviendo de base para establecer el mejor punto de referencia posible, en
especial, para la ubicación del acaecimiento de un suceso.
Esto es
evidenciado por la forma como se precisa en las narraciones, utilizando por
facilidad, términos como el «antes», el «ahora» y el «después» o el «entonces»
expresados como los momentos a referirse y en el mejor de los casos, se acude a
reseñar las fechas tomadas del calendario, horas o instantes como una manera
válida de medición o como un no menos valioso, punto de registro.
Bajo un enfoque por demás
curioso y sencillo sobre las medidas del tiempo, es posible ver cómo se asocian
las diferentes divisiones usadas por la humanidad para la medición del tiempo y
el origen que las identifica.
El concepto de la perspectiva racional del tiempo,
está basado en el movimiento de un cuerpo en el espacio, en éste caso por
ejemplo se mira el año con respecto a las vueltas que da la Tierra alrededor
del Sol y en relación con otros planetas y astros, las estaciones, el paso de
los años, etc., todo en función de la posición de la Tierra respecto al Sol, ya
que su representación es usada como base para aquello que va a indicar el
movimiento alrededor del mismo y del día alrededor de sí misma, de modo que el
hombre en uso de su ingenio ha traducido su medida del tiempo en forma de
calendarios y de relojes.
Tradicionalmente los relojes son redondos con un
punto en medio de distribución donde giran las manecillas y tienen que ver con
el símbolo del arcano del Sol, para medir principalmente el día y la noche,
erigiendo entonces al Sol, como el símbolo que marca el diseño de los aparatos
de medida, mientras las tres principales divisiones que componen su
funcionamiento mecánico también están relacionadas con las tres fuerzas más
representativas del sistema solar.
Un día se divide en 24 horas que es el intervalo
que tarda el planeta en dar una rotación sobre sí mismo, giro representado en
el reloj para el lapso de luz y otro
para la oscuridad. El vocablo “horas”, proviene de la recordación de “Horus”,
nombre asignado al dios egipcio del Sol.
La manecilla de los minutos, está asociada a la
Luna, por ser Min el nombre fenicio de la Luna y del griego
para la diosa de la fertilidad. La Luna es la segunda fuerza energética
reconocida, tras la del sol, como un influjo muy importante para el ser
humano, de ahí que la palabra o vocablo para designar los minutos nace de la
asociación con éste astro, de modo que el uso de su nombre permite apreciar la
división de una hora en sus sesenta fracciones.
La tercera manecilla, la de los segundos, está
asociada al planeta Mercurio por ser éste el planeta más cercano al sol y gira
más rápido de todos, tal como lo hace esta manecilla, y su nombre viene dado por
el rango de importancia establecido en el sistema solar, ya que es el “segundo”
astro en el sistema, contando evidentemente el Sol como primero y central. Así,
la aguja del reloj que gira más rápido de las tres es el segundero, y se da
nombre por ser mercurio el segundo planeta que gira más rápido.
Hoy con la disponibilidad
de los relojes digitales, se pueden medir con facilidad las décimas, centésimas
y milésimas de segundo, así como de apoyo a la física cuántica se acude a los
micrones y a los nanosegundos, fracciones de tiempo realmente pequeñas, casi
imaginarias.
Por su parte, los días de
la semana se adjudican a la influencia atribuida a los antiguos planetas
principales del sistema solar. Así, Lunes es para la Luna, Martes para Marte,
Miércoles para Mercurio, Jueves para Júpiter, Viernes para Venus, Sábado para
Saturno y Domingo para el Sol (del inglés: sunday, día del sol).
Igual los días de la
semana son siete y su suma se asocia con las fases de la luna, cuatro en total,
para al final cumplir un ciclo anual de trece meses lunares o cincuenta y dos
cambios ordenados y sucesivos. La unidad que se conoce como “mes” también se
encuentra relacionada con el nombre de la Luna, palabra derivada del inglés month
– moon.
En términos generales, las
medidas del tiempo, derivan en los tres cultos ancestrales de la humanidad: el
culto al Sol, el culto a la Luna y el culto a los astros y planetas.
Es así como las tres
religiones principales están diseñadas sobre estos mismos cultos. El Islam
sigue a la Luna, cuyo icono es la media luna, y su día sagrado el viernes, que va
asociado a Venus y posee el mismo aspecto femenino; el Judaísmo, sigue a los
astros y planetas cuyo icono es la estrella de David, originariamente plasmado
en el Sello de Salomón, y su día sagrado el sábado, relacionado con Saturno,
mientras el Cristianismo se asocia al Sol, cuyo ícono es la cruz la cual
representa el cruce de las cuatro estaciones y de las eras del círculo del
zodiaco, donde ambas forman una cruz, y en su centro aparece el sol como fuente
de vida, mientras su día sagrado es el Domingo, (sunday).
Pues bien, el
calendario es el instrumento de medida orbital de la tierra. Sucede en cuanto
la Tierra gira durante un año de 365 días alrededor del Sol, mientras el día de
mide por la rotación que realiza sobre su propio eje durante un plazo de 24
horas. Por su parte, la Luna que coincide en su plazo de rotación y traslación
con el de Tierra, igual gira alrededor de la tierra, por espacio de 28 días del
llamado ciclo lunar, cuyo múltiplo 13, se aproxima al giro de traslación solar,
más no coincide exactamente.
Para el cálculo
normal del paso del tiempo relativo a la tipología del mes, se toman dos
ciclos:
ü El artificial o
gregoriano, método por tradición aceptado según lo ha establecido el calendario
occidental que es el que por su amplia difusión impera hoy y que corresponde
más a una medida irregular y arbitraria derivada de los caprichos de las
decisiones de una sucesión de gobernantes y que para el caso es identificado
como12:60.
ü El natural o
lunar derivado del calendario sagrado Maya o Tzolkin que es referido
matemáticamente como 13:20. Los Mayas desarrollaron una inteligente formulación
matemática, la cual marca con mayor precisión el orden sincrónico que
corresponde al tránsito de la tierra dentro del sistema estelar galáctico
siguiendo con lógica su movimiento de traslación anual. Según su análisis, lo
hace durante trece períodos lunares de 28 días cada uno. Este modelo cubre 364
días del año que equivalen a 52 semas de 7 días, quedando un día y un cuarto de
día sin cubrir que aparentemente es el tiempo que gana la velocidad al navegar
en el mismo sentido de la rotación dextrógira del planeta, ya que como prueba,
la luna, el sol y las estrellas, aparecen por el oriente, todo, en función del
modo de giro de la rotación del planeta. Complementa el cuadro, el hecho que
cada estación tiene un tránsito orbital exacto de 91 días que suceden entre
cada solsticio y el siguiente equinoccio.
Nota: La acotación
numérica, 12:60 y 13:20, muestra el primer dígito referido al número de
períodos y el segundo, al múltiplo matemático escalar, utilizado en su cálculo.
Pues bien, al poner
en duda lo correcto que puede ser el funcionamiento del sistema calendárico
gregoriano hoy vigente, sólo queda por analizar con mayor detalle, la
conveniencia de implantar el uso del sistema natural lunar.
Fuente: Mi libro: “UN SENDERO A LONTANANZA”.
Registro de Propiedad Intelectual DNDA: 10-427-242
No hay comentarios.:
Publicar un comentario