martes, 29 de marzo de 2016

LA ASTROLOGÍA (13)


LA ASTROLOGÍA (13)

“Un horóscopo corresponde a un evento calculado normalmente para el momento del nacimiento de un individuo, o aplicado al inicio de algún emprendimiento o suceso, bajo la premisa que supone que los alineamientos de los cielos para un instante determinado, marcan la naturaleza del resultado en cuestión”. Dennis Heron.

La astrología védica se basa en el zodíaco sideral, mientras la occidental en el zodíaco tropical.

En la India, desde el siglo X a.C., se utilizaba un sistema astrológico basado en la Luna que contemplaba su movimiento diario. La revolución sideral de la Luna, es decir, el tiempo que tarda en dar una vuelta completa y regresar a la conjunción con la misma estrella tomada como punto de partida es de 27 días y 8 horas. De la división de éste ciclo surgieron las llamadas  Nakshatras o Mansiones Lunares, las cuales a su paso se identifican con estrellas o asterismos.

Los principios astrológicos de los caldeos como son el zodíaco sideral y la división del mismo en doce constelaciones, aparentemente fueron adaptados por los hindúes a su propio sistema de Mansiones Lunares y con base en estos elementos, se desarrolló el cuerpo de conocimiento de la astrología Védica, la cual se mantuvo aislada de los principios astrológicos griegos soportados sobre una base solar-estacional, mientras la cultura védica conservó el origen lunar-estelar, proveniente de sistemas regionales más antiguos.
 

La astrología occidental da especial énfasis al movimiento y posición del Sol y los planetas, mientras por ejemplo, la astrología védica da especial importancia a las 27 relaciones de la luna con los grupos fijos de estrellas en sus casas llamadas Nakshatras y con su ascendente Lagna, lo que representa entonces que a la luz de éste análisis, suceden nuevas modificaciones dinámicas a las influencias asignadas a los astros, cada dos horas.

Como ya se ha visto, el ‘zodíaco sideral’ está definido por la posición de las dos estrellas fiduciarias Aldebarán y Antares, mientras el ‘zodíaco tropical’ lo hace por los puntos equinocciales, donde el primer día de primavera, esto es el 21 de marzo, se marca la entrada del Sol en Aries, tal como lo determinó Hiparco hace más de veintidós siglos, ello aún sin tomar en cuenta que los puntos equinocciales también se desplazan con respecto a las estrellas.

Dicho desplazamiento, llamado ‘precesión de los equinoccios’ es producido por el movimiento circular del eje de inclinación de la Tierra. El eje describe un círculo completo cada 25.760 años. En este tiempo el eje va apuntando a distintas estrellas las cuales se convierten en una especie de estrellas polares durante el lapso indicado. Sin embargo, como los puntos equinocciales dependen de la inclinación del eje terrestre, ellos también dan una vuelta completa al zodíaco durante el mismo tiempo, pero en sentido inverso al movimiento de los planetas.

El punto vernal o equinoccial es entonces el eje que marca las eras astrológicas. La duración de una era es de 2.146 años, lapso que tarda el punto vernal en recorrer cada constelación, a razón de 1º cada 72 años o 50 minutos anuales.

El desplazamiento que se da entre el zodiaco tropical y el sideral es lo que en la astrología hindú se denomina Ayanamsa  pues Ayana significa equinoccio y amsa, longitud.

Se reconoce que en la época de Ptolomeo que el equinoccio vernal estaba a 1º de la constelación de Aries, es decir, la diferencia entre los dos zodiacos era mínima, de hecho, de nuevo coincidieron justo en el año 221 a.C.

Luego vino el equinoccio vernal de la constelación de Piscis, y con el paso de los siglos ha retrocedido al punto que para julio de 1996 se ubica a 5° 18' 27 "de piscis. En términos del calendario, esto significa que el 21 de marzo de ese año, el Sol se ubica a 5° 18' de la constelación de Piscis y requiere avanzar 24º 42’ para ir "para entrar en la constelación de Aries.

La diferencia fundamental entre la astrología hindú y la occidental radica en el uso del zodíaco sideral. Por lo tanto, las longitudes tropicales del movimiento de los planetas y el ascendente de un individuo, deben, ser convertidas al valor sideral de Ayanamsa y restarse para definir la posición al momento del nacimiento. En este método, las posiciones de los planetas y el ascendente son dadas con respecto a las estrellas fijas.

Una de las peculiaridades de la astrología india es la importancia de la luna y el sistema Nakshatras o mansiones lunares. Las mansiones o casas lunares son también conocidas en la astrología árabe y la china como "Manziles" y "sieux" respectivamente. Esto igual recuerda que para estas culturas, la luna también es el astro más importante del cielo

Las Nakshatras son 27 divisiones del zodíaco: cada una de 13° 20', de modo que reflejan el paso promedio diario de la luna ante el observador. La mitología hindú narra que son 27 las hijas de Daksha Prajapati, el gran progenitor cósmico, las cuales al desposarse con Soma, la luna; se convierten en las depositarias de las influencias astrológicas, de modo que las Nakshatras constituyen un sistema astrológico completo en sí. Cada uno tiene sus propias características. Esto es, un planeta regente, una forma simbólica y una deidad védica que preside, el género, la raza y el temperamento, todas cualidades evolutivas e involutivas de la unidad principal.

De manera que cada signo o constelación consta de dos y medio Nakshatras, que mantienen las características que lo componen. En éste sistema, los signos y las Nakshatras son la esfera de influencia pasiva y sustancia susceptible, donde la energía fecundante y la nutrición activa  que el planeta ofrece.

La posición de la luna en las Nakshatras se utiliza para determinar la compatibilidad entre las personas. El tránsito de la luna se utiliza en la astrología, para seleccionar el día propicio para iniciar las grandes empresas o elegir actividades específicas.

La astrología Hindú cuenta con diversos sistemas de predicción característicos como el Vimsottari Dasa o de períodos planetarios que llevan cierto orden. Otra particularidad del sistema hindú es la carta Navamsa, que consiste en la división de cada signo en nueve partes de 3º 20’ cada una. A cada Navamsa le corresponde un signo, comenzando desde Aries en el orden zodiacal, repetido 9 veces en los 360º.

En la astrología védica los signos no tienen las características que se les asigna en la astrología tropical occidental, aun cuando tienen las mismas cualidades pues son cardinales, fijos y mutables  y asocian los mismos elementos: fuego, tierra, aire y agua y mantienen las mismas regencias planetarias tradicionales.

Las casas hindúes tienen en líneas generales, los mismos significados que en occidente, con pocas e interesantes variaciones, y en el análisis interpretativo es ampliamente utilizado el sistema de las casas derivadas las que muestran cualidades inherentes a sus significados, por lo tanto hay casas propicias y no propicias. Los planetas son los siete tradicionales, junto con los nodos: Rahu y Ketu que son muy importantes.

En cuanto la interpretación de un horóscopo, al juzgar el efecto de un planeta, se tienen en cuenta ciertas reglas básicas como son: los domicilios, exaltaciones y caídas; las afinidades entre planetas y si son benéficos o maléficos, del orden tanto natural como funcional.

Tal vez el rasgo más interesante del sistema hindú corresponde a la utilización de las piedras preciosas respecto a los planetas, junto con la pronunciación de Mantras para hacer propicio el planeta que genere dificultades en las diversas áreas: Salud, estudios, profesión, economía, vida matrimonial y social, asuntos legales y evolución espiritual, etc.

 ESTRUCTURA HINDÚ – DIOSES Y GEMAS

En fin, la astrología védica constituye un sistema muy complejo que no se puede abarcar o comprender en poco tiempo.

Pues bien, la astrología denominada horoscópica corresponde a  un sistema que algunos autores dicen se desarrolló en la región mediterránea, específicamente en el Egipto helenístico alrededor de los siglos I y II a.C., sin embargo, al igual ha sido practicada en la India desde tiempos ancestrales como la forma más antigua de astrología Horoscópica en el mundo,[1] denotando que es la clase de astrología más influyente en África, India, Europa y el Medio Oriente.

La tradición muestra que tiene que ver con sistemas de diagramas elaborados en dos dimensiones del mapa de los cielos, sobre planos llamados horóscopos, creados para determinar momentos específicos en curso del tiempo. El diagrama sirve para interpretar el significado inherente en los alineamientos de cuerpos celestiales en cada momento pasado, presente o futuro y su interpretación se basa en un conjunto de reglas y guías predefinidas.

Su alcance se ha dividido en varias ramificaciones, dirigidas a ciertos propósitos o sujetos específicos. Las principales son: la astrología ‘natal’ cuyo estudio es el horóscopo del momento de nacimiento de un individuo, la astrología ‘horaria’ que se usa para responder alguna pregunta específica formulada a la carta astral en cuanto la pregunta se hace. La astrología ‘mundana’ cuya aplicación se refiere a eventos del mundo como planeta, incluyendo el clima, los terremotos, el crecimiento de imperios y religiones. Por tanto, en principio cualquier organización u objeto puede ser  sujeto de un horóscopo desde el momento de su inicio[2].

“A diferencia de lo que se piensa habitualmente, la astrología no se reduce a la definición psicológica de los nativos de los signos zodiacales. Muestra por el contrario una compleja estructura de la cual forman parte las posiciones de todos los planetas, junto con el Sol, la Luna y los Nodos según la visión aparente que se tiene de ellos desde la Tierra”. Anónimo.

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Fuente: Mi libro: “UN SENDERO A LONTANANZA”.

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Autor: Daniel García Vanegas

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Namasté…



[1] David Pingree (1997) From astral momens to astrology from Babylon to Bikaner. Roma: Instituto Italiano per L'Africa e L'Oriente.
[2]http://web.archive.org/web/20141019044042/http://www.grahamhancock.com/forum/FrawleyD1.php?p=1Consultado el 14 de abril de 2015.

lunes, 21 de marzo de 2016

LA ASTROLOGÍA (12)


LA ASTROLOGÍA (12)


“Las matemáticas y la geometría son las bases pitagóricas sobre las que se sustenta la astrología. Los aspectos planetarios responden a la doctrina de la Geometría Sagrada de Pitágoras aplicada al perpetuo ciclo de los cuerpos celestes en el sistema solar”. Anónimo.

Ya para el siglo XV después de varias centurias de regir el calendario Juliano, se gestó el nuevo calendario denominado ‘Gregoriano’, hoy vigente y oficial en casi todo el mundo. Su origen nace de una versión dada durante el año 1515, la cual simplemente se revisa, para ser retomada luego hacia 1578. Éste evento sucede a partir de los estudios realizados por científicos de la Universidad de Salamanca, los cuales fueron remitidos a la Iglesia para su análisis, fructificando por cuenta de su resultado el último de ellos.

Su forma de denominación obedece a la gestión de su principal promotor, esto es, en homenaje del papa Gregorio XIII, quien lo implantó en el año 1582 por medio de la bula Inter Gravissimas[1].

La reforma gregoriana del calendario, se origina del requerimiento de revisar, corregir e implementar una de las antiguas resoluciones del Consejo de Trento, al decir que el nuevo calendario debe ajustar el desfase temporal producido desde el primer Concilio de Nicea del año 325, el cual con la anuencia imperial, fijó el momento astral para celebrar la Pascua en relación con otras fiestas religiosas móviles.

Lo que ahora en realidad importaba, era dar regularidad al calendario litúrgico, hecho que hizo necesario introducir algunas correcciones en el calendario civil corriente. Al final su cabio en esencia consistió en adaptar el calendario civil al año trópico.

Se debe recordar que por mandato del Concilio de Nicea, se estableció que la Pascua se debería celebrar el primer domingo de luna llena después de sucedido el equinoccio vernal en el hemisferio norte y más aún, en caso que el plenilunio cayera en domingo de modo que llegara a coincidir con la fiesta de Pascua judía, entonces la Pascua de Resurrección cristiana tendría que conmemorarse el domingo siguiente. De ésta forma se evitaba una terrible coincidencia de celebración de las fiestas de Pascua de Resurrección y de la Pascua judía.

Cabe anotar que para el año 325, dicho equinoccio ocurrió el 21 de marzo, de modo tal que con el paso del tiempo, la fecha del evento se fue modificando hasta el punto que para 1582 y siguiendo el calendario juliano, ya se había anticipado la fecha en 10 días, mientras el suceso del equinoccio de manera real según dicho calendario, físicamente aparecía el 11 de marzo.

El desfase provino de un inexacto recuento del número de días acumulados con respecto del año trópico; puesto que el calendario juliano sólo consideró un año bisiesto cada cuatro, debido a que asumía que el año trópico estaba constituido por 365,25 días precisos, tal como fue indicado por los caldeos en su debido momento, mientras la cifra correcta de traslación del planeta es de 365,242189, o lo que es lo mismo, dura 365 días, 5 horas, 48 minutos y 45,16 segundos. Esos once minutos anuales adicionales, al no ser descontados para cada año durante los 1257 períodos que trascurrieron entre el 325 y el 1582, llegaron a generar el manifiesto error acumulado de aproximadamente 10 días.

Pues bien, fue Ugo Boncompagni, eminente jurista eclesiástico, el real conductor de la reforma del calendario y lo hizo una vez resultó elegido Papa el 14 de mayo de 1572, bajo el nombre de Gregorio XIII.

Él crea la Comisión del Calendario que incluye a Luis Lilio y Christopher Clavius. Éste último, era un astrónomo jesuita, considerado el ‘Euclides’ de su tiempo, por ser un famoso matemático y astrónomo. Tan descollante es, que el mismo Galileo lo requiere como apoyo científico cómo aval de sus observaciones telescópicas.

En cuanto a Lilio, es un médico y astrónomo, a quien se conoce como el autor principal de la Reforma del Calendario, aun cuando murió en 1576, sin tener la oportunidad de ver terminado el proceso de instauración de su obra.

Igual en el mismo proceso, participó el rey Alfonso X de Castilla, mentado como ‘El sabio’, valioso personaje de ésta historia, reconocido por aportar el valor dado al año trópico, consignado en las tablas Alfonsies de 365 días 5 horas, 49 minutos y 16 segundos, dato que fue tomado y asumido como correcto por la Comisión a cargo del Calendario. Al final, es Pedro Chacón, matemático español, quien escribe el llamado ‘Compendio de Lilio’, estructurado con el apoyo de Clavius, de modo tal que ​ el 14 de septiembre de 1580, se aprueba la reforma sugerida, para ponerla en práctica ya en octubre de 1582.

Hoy en día, el Domingo de Pascua lo define la Iglesia Católica según lo estableció el calendario gregoriano, indicando que corresponde a aquel domingo en que se celebra la Pascua del Señor, sobre la primera luna llena que suceda después del 20 de marzo.

Empero la historia narra que esta medida suscitó una gran controversia al respecto. De acuerdo con el Nuevo Testamento, Jesús fue crucificado en la víspera de la Pascua Judía y en él se asevera que fue tres días más tarde cuando resucitó. Por lo tanto, la conmemoración de estos hechos pasa a determinar sin duda alguna, el momento de celebración de la Pascua de la Resurrección.

Es así como a través del tiempo, se presentó entre los mismos cristianos una gran diferencia sobre la fecha de Pascua[2], pues de hecho, la resurrección se celebra después de Pascua judía que vista de manera específica se fija en función de la noche de la luna llena que cae dentro de la secuencia del original del calendario lunar babilónico, esto es, a los catorce días del mes de Nisán, el cual es el primer mes del año judío y por tanto, la Pascua judía en su tradición, cae en diferentes días de la semana y va variando de un año a otro.

Por otra parte, los cristianos de origen judío querían conmemorar la resurrección crística el primer día de la semana litúrgica y siempre en domingo. Por cuenta de la aplicación de su método tradicional, la Pascua se realizaría siempre el mismo día de la semana, muy a pesar que en cada año, la pascua la judía cae en diferentes días de la semana.

Como resultado de ésta notable diferencia en el método de establecimiento de la celebración, sucedió que las iglesias cristianas de Oriente que por su ubicación se encontraban más cerca del lugar de nacimiento de esa otrora nueva religión y que por sus costumbres ya tenían una tradición establecida, sencillamente pasaron a celebrar la pascua en un todo muy de acuerdo con realización de la fecha de la pascua judía, mientras las más alejadas Iglesias de Occidente, hijas descendientes de la civilización grecorromana, celebraban en su lugar, la Pascua en los día domingo atendiendo la fecha juliana.

Es así como finalmente llega la solución, al jueves juliano fechado como 4 de octubre de 1582, le sucede el viernes gregoriano, 15 de octubre de 1582 borrando de un tajo diez días que desaparecen, debido a que ya se habían contado de más dentro de la secuencia del calendario juliano.

El calendario se adoptó de inmediato en aquellos países de marcada influencia católica, más sin embargo, en los países no católicos, esto es, los protestantes, anglicanos y ortodoxos, dicha enseñanza tardó no sólo años sino hasta siglos para ser implementada. Es más, aún hoy en algunos países, se sigue utilizando el calendario Juliano, sólo para no reconocer la autoridad del Papa de Roma, al no aceptar su aplicación.

Pero fuera del mantenimiento de otros calendarios en el seno de otras iglesias, el calendario gregoriano al final se estableció en pleno y hoy se utiliza como base para la determinación del cambio año natural asumido en todo el mundo como 1 de enero y todo ello sucede a partir de la reforma gregoriana del siglo XVI.

Más adelante éste reciente desarrollo lleva finalmente a que en el siglo XVII, época de reconocidos astrólogos como Morín de Villefranche y de Lilly, nuevamente se promueva por parte de la iglesia una otra etapa de prohibición y persecución de la astrología y de los astrólogos, la cual resulta parecida en el fondo, a la tan famosa persecución promulgada y llevada a cabo a finales del imperio romano.

Cabe debe recordar que en aquel momento, la astrología fue finalmente hostigada por la unión de las fuerzas del César y motivada por la intervención política, junto con las del todavía fresco cristianismo, quienes argumentaban en su contra, la existencia de faltas y prácticas paganas contra la fe implantada por Constantino de poder contar con un único dios como la soberbia medida de unificación política de su imperio.

En ésta nueva etapa, fueron las fuerzas de la teología escolástica patrocinada por la iglesia que obrando en conjunto con el movimiento surgido en el seno de la aún joven posición filosófica de la ‘ilustración’, donde si bien avanzaban por caminos separados, tenían en común el objetivo de erradicar la marcada presencia de la superstición y la adivinación.

De por sí, las publicaciones astrológicas fueron cada vez más restringidas y prohibidas, al punto que en algunos países, incluso se llegó a prohibir tajantemente la práctica de actividades astrológicas que fuesen remuneradas.

Ante esta clase de medidas, la seriedad y la profundidad filosófica de famosos pensadores contemporáneos como Kepler, Newton, Goethe, etc., no quisieron ni pudieron hacer nada y por ende, la astrología fue reducida a escombros y entró en una franca fase de decadencia.

“Treinta días trae noviembre, con abril, junio y septiembre; de veintiocho solo hay uno y los demás, de treinta y uno”. Adagio popular.

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[1] Enciclopedia Hispánica, Macropedia. Vol. 3: Benoulli-Casa: Enciclopædia Britannica Publishers, Inc. 1992-1993. p. 256-257
[2] https://es.wikipedia.org/wiki/Calendario_gregoriano

lunes, 14 de marzo de 2016

LA ASTROLOGÍA (11)


LA ASTROLOGÍA (11)


“No debe confundirse la astrología con la astronomía, ciencia que se hace cargo del estudio científico de los cuerpos celestes”. Anónimo.

Después de la caída de Alejandría en el siglo VII, la astrología fue adoptada por los estudiosos islámicos, mientras que los textos helenísticos tradicionales fueron traducidos al árabe y persa, así la forma de pensar resulta fuertemente influenciada por las creencias del islamismo, lo que hace que resulte extremadamente determinista e incluso fatalista; de allí se deriva el énfasis dado a los métodos de predicción, en los que sin duda alguna, esas culturas desarrollaron una gran habilidad.

En paralelo y por cuenta de la persecución del oscurantismo en la zona europea, la astrología queda prácticamente reducida a nada. Son escasos y muy custodiados los restos de la astrología que se pueden encontrar en los manuscritos que reposan desde esos tiempos de los monasterios medievales.

Sin embargo hacia el siglo XII, la astrología revive pues su práctica se da abiertamente en las cortes de sultanes y califas del mundo árabe y llegan a Europa acompañando la invasión musulmana a España, para recuperar  su presencia poco a poco.

Muchos textos árabes fueron llevados a Europa y traducidos al latín para de alguna manera ayudar con el comienzo del movimiento renacentista, en momentos cuando los mayores astrónomos Tycho Brahe, Johannes Kepler y Galileo, practican como astrólogos de las cortes.

Cabe recordar que los astrólogos árabes tienen una fuerte orientación matemática y astronómica y su cuenta del tiempo obedecía al calendario musulmán, el cual se inicia con la llamada héjira o huida de Mahoma de la Meca.

Para ese sistema los años son lunares y no guardan relación alguna con las estaciones. Se sabe que treinta y cuatro de sus años, equivalen aproximadamente a treinta y tres del calendario Gregoriano. El período consta de doce meses que tienen alternativamente 29 y 30 días Los meses son doce: Muharram, Safar, Rabi' al-Awwal, Rabi' al-Thani, Yumada al-Wula, Yumada al-Thania, Rayab, Sha'abán, .Ramadán, Shawwal, Du al-Qa'da y Du al-Hiyya.

Lo notable es que en éste momento prácticamente la astrología separa de la astronomía. Johannes Kepler por ejemplo expresa en sus escritos que no cree en la astrología, pero que aprovecha que existe la costumbre de ganarse la vida y obtener dinero de reyes y nobles. En estos tiempos difíciles, los astrónomos necesitaban una excusa de supervivencia, y utilizaron el medio como una forma de arte o una forma de vivencia.

Durante los siguientes siglos experimenta pronunciadas oleadas de éxito en diferentes momentos, pero fundamentalmente en la línea de predicción enfatizada por los árabes cuyo principal representante es Nostradamus y, tras el descubrimiento de la imprenta, pululan principalmente en las distintas formas vulgares de adivinación para el pueblo llano a partir de la publicación de calendarios, panfletos astrológicos que sirven como vehículos de comercio contrastados con el miedo.

Más de nuevo la Iglesia Católica se manifiesta en contra de la práctica de la astrología por tacharla de supersticiosa o perjudicial. Es así como el Papa Urbano VIII condena la astrología en la bula papal de 1631 y la tilda como herética. Sin embargo hay numerosas referencias literarias a la astrología que funciona desde poetas como Dante Alighieri (1265-1321) y Geoffrey Chaucer (1343-1400), o en las obras de autores como Christopher Marlowe (1564-1593) y aún de William Shakespeare (1564-1616).

Pues bien, otros sistemas no occidentales de astrología, trabajan en alguna medida, con algunas técnicas alternativas al sistema coordinado equinoccial eclíptico solar, se trata de numerosas culturas consideran la importancia de la astrología y creen en sus designios.

En la India, la China y los pueblos mayas han desarrollado varios sistemas para predecir eventos terrestres, basados en observaciones astronómicas.

La astrología hindú, basada en el texto sánscrito Jyotir Veda, palabra que significa ‘Verdad sobre los Astros’ usa asimismo como referencia las estrellas fijas, más en este caso, utilizan un punto cero diferente. De todos modos, la astrología hindú es bastante parecida a la persa y por lo tanto, muy similar a la occidental[1].

En la astrología védica, Jyotish o ciencia de la luz, el horóscopo también es un mapa del cielo en el momento y desde lugar de nacimiento de cualquier niño, y lo que muestra en su explicación es la posición fija de los astros, con relación a dicho momento.

Se remonta a varios miles de años a.C., estudia básicamente la influencia combinada de los planetas en los campos de energía que intervienen en la vida de los seres humanos, pero además supone la existencia de la ley del karma que obedece al famoso principio de causa-efecto.

La interpretación védica, dice ofrecer una visión predictiva de la naturaleza de las tendencias kármicas del individuo y presta especial atención, a la directa comprensión de ciertos acontecimientos que tienden a suceder, ayudando en términos de compatibilidad a las interrelaciones de los eventos, ya que no sólo sirve como herramienta de predicción, sino de análisis de los mismos.

Hace énfasis en el desarrollo espiritual del individuo y resalta, cómo puede implementarse la propia calidad de vida por medio de la auto-mejora, y/o, por medio de un tipo específico de conocimiento, por su cultura denominado: “Pensamiento Superior”.

La astrología védica se basa en el zodíaco sideral, mientras la occidental en el zodíaco tropical.

Según los astrólogos occidentales, el zodíaco tropical marca el equinoccio vernal como el día en que el Sol entra en la constelación de Aries. Sin embargo, vale resaltar que las observaciones astronómicas han encontrado que el movimiento de precesión de la Tierra, hace que esta predicción astrológica hoy ante la ciencia, resulte incorrecta, pues el eje de rotación de la Tierra tampoco está fijo en el espacio.

Esto sucede de una forma similar a la de un trompo girando, la dirección del eje de rotación pasa por una lenta precesión durante un período de 25.776 años, hasta cumplir toda la eclíptica del cuerpo planetario, en su viaje de 360 grados alrededor del sol.

Debido al fenómeno de precesión de la Tierra, las fechas de los equinoccios van cambiando gradualmente durante el mismo período, modificando así casi de modo imperceptible, la orientación del ecuador celeste.

Esto significa que la posición de los equinoccios también cambia lentamente con respecto a las estrellas. De hecho, cada 72 años se retrocede un grado. Es así como se determina que después de cada 2160 años, se sale de una era, para entrar en otra.

En consecuencia hoy, astronómicamente hablando, Las fechas de inicio y final asignadas a los signos zodiacales no corresponden para nada a las que suceden en tiempo real, entonces, el equinoccio de primavera ya no corresponde al signo de Aries, sino ahora, al de Piscis y así sucesivamente. Eso lleva a revisar las fechas y los lapsos con detenimiento.

Es más, la duración del tránsito de cada signo no es uniforme como ha sido esquemáticamente asignada, sino por lo contrario obedece a una realidad temporal que depende del tamaño y la distancia de la constelación en cuestión, por lo tanto la duración de vigencia de cada signo debe considerarse aleatoria como se aprecia en el siguiente gráfico:


FECHAS Y LAPSO DE TRÁNSITO POR CONSTELACIÓN (2012)


Cada persona cree conocer su propio signo zodiacal, aun cuando alrededor del 86% de la población nació bajo una constelación distinta a la que aparentemente le fue asignada.

Sucede que el establecimiento de las fechas que delimitan los signos zodiacales y fueron definidas hace más de 2.000 años distribución que para esa época, si correspondían a la constelación de estrellas que aparecía detrás del Sol, definiendo así el día que cada uno nacía. Sin embargo, un fenómeno astronómico desconocido para ese entonces, muestra que las constelaciones han transitado con el correr del tiempo.

La posición real del signo del zodiaco vigente, corresponde al de las estrellas que están detrás del Sol y aun cuando su luz es demasiado tenue durante el día, pueden verse claramente durante los eclipses. Además, a medida que la Tierra orbita alrededor del Sol, aparece una constelación diferente cada mes.

Pues bien, los antiguos astrónomos nombraron esta franja celeste con la palabra "zodiaco", que significa "círculo de animales". Fueron los babilonios seguidos por los griegos los que tuvieron la idea de asignar un signo zodiacal personal que se considera determina las características de la personalidad según la constelación bajo la cual se nace. La idea fue adoptada y los antiguos astrólogos fijaron las fechas correspondientes.

Sin embargo aún se desconocía el fenómeno de la 'precesión', cuyo efecto de bamboleo hace que el planeta se comporte algo así como un trompo en su giro, en el que la Tierra completa un ciclo cada 25.776 años, por lo tanto, desde cuando los signos zodiacales fueron fijados, las constelaciones se han movido detrás del Sol cerca de un mes completo, de tal manera que no es cierto que los signos zodiacales astrológicos reconocidos hoy correspondan a la constelación que estaba detrás del Sol, el día en el que haya nacido alguien de ésta generación.

Y no sólo eso, resulta que el zodiaco astronómico contiene trece signos, los doce ampliamente conocidos y otro más, llamado Ofiuco.

La presencia de Ofiuco fue deliberadamente dejada por fuera del zodiaco original desde hace dos milenios, aún a pesar que el Sol pasa claramente frente a esta constelación luego de pasar por Escorpio y antes de llegar a Sagitario.

La razón de tal omisión resulta desconocida, la razón tal vez fue la simplificación pues astrólogos de la antigüedad dividieron el recorrido alrededor del sol en 360º de una manera matemáticamente agradable: doce partes iguales, cada una de 30º, en lugar de dividir en trece partes que en realidad no cuadran.

Sin embargo en realidad, las fronteras verdaderas que dividen a las constelaciones, como son descritas por la Unión Astronómica Internacional, están lejos de ser iguales. Por ejemplo, Ofiuco permanece detrás del Sol por 19 días al año. Hoy es día de revisar a qué signo se pertenece, ello no va a cambiar la personalidad.

“Si bien a los signos del zodiaco se les han adjudicado espacios de 30º en la circunferencia imaginaria de la bóveda, allí se les asignan unas características como propias que de alguna manera son como los colores que tiñen las energías planetarias en el curso de su tránsito. Ellos marcan el recorrido del sol dentro de los doce sectores, conllevando cada uno sus propias características de elemento, ritmo y dinámica, así como definen su polaridad entre lo masculino y lo femenino, asimiladas a lo activo y a lo pasivo. Anónimo.


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[1] David Frawley: [http://web.archive.org/web/http://www.grahamhancock.com/forum/FrawleyD1.php?p=1 «The vedic literature of ancient India and its many secrets». Consultado el 17 de abril de 2015.



martes, 8 de marzo de 2016

LA ASTROLOGÍA (10)


LA ASTROLOGÍA (10)

“Luego de pasar alrededor de siete mil años de evolución del conocimiento, intercambios de creencias e interpretación científica de la astrología, no resulta sencillo imaginar la inmensa cantidad de cambios que se han presentado en la estructura y en orden de los regentes asignado caso por caso, según haya sido determinada la conveniencia de cada pueblo y de cada momento histórico de la época en cuestión”. Dennis Heron.

La astrología se acomodó y sobrevivió a la eclosión de la ciencia, adaptándose en la medida en que por ejemplo, se fueron descubriendo nuevos planetas en el sistema solar, a los cuales en un momento dado, se les adjudicó nuevas regencias.

Entre todos los movimientos de asignación de dioses y funciones, el nombre de Júpiter presenta conflictos por ser la deidad que no aparece comandando al planeta que lleva su nombre, puesto que a la vez se asocia con Zeus, quien para los griegos es el dios supremo del Olimpo y quien rige al astro Sol.

Yendo por curiosidad a la parte semántica se ve que es a partir de la palabra ‘Pater’ que se llega al dios egipcio asociado con el Sol o fuerza invisible, proveniente del gran ‘Ptah’, expresión de donde se derivan las palabras Pitar y Pateras que significan ‘padre’. Así por ejemplo, ‘Zeus Pateras’, es el ‘dios padre Zeus’, término del que a su vez, toma su nombre de la versión india: ‘Dyaus Pitar’.

Por tanto, la palabra india ‘Dyaus’, se convirtió en ‘Deos’ => ‘Deus’ => ‘Dios’.

Entonces ‘Zeus Pateras’, tal como ‘Dyaus Pitar’, significan: ‘Dios Padre’, un concepto muy antiguo que supera por muchos siglos el uso de la palabra misma que se ha tomado por cuenta de cualquier otra creencia cultural o religiosa, incluido el cristianismo.

En ese tránsito, más adelante para la mitología romana ‘Dyaus Pitar’ o ‘Zeus Pateras’, se convierte en ‘Júpiter’ y del mismo modo, su significado resulta más representativo, allende de un personaje mítico, omitiendo en mucho cualquier relación con el planeta en sí.

Al intentar rescatar lo que ha sobrevivido de tantas y tantas modificaciones, el observador aplicado se encuentra hoy con una estructura que es el producto final de la tardía aunque muy marcada influencia del Imperio Romano, estructura de donde surgen las asociaciones más conocidas y aceptadas posteriormente.




Sin intentar pretender que lo que antes se presenta sea un resumen estricto o riguroso, si muestra un resultado o un simple registro más, del continuo proceso de la forzada evolución de la astrología.

Al repasar ciertos hechos se retoma que Julius Caesar fue venerado como, "Dios hecho manifiesto y Salvador universal de la vida humana”, mientras su sucesor Augusto, quien nominó el siguiente mes, también fue llamado el "Dios ancestral y Salvador de toda la raza humana”. [1]

Así, antes de la incorporación del calendario juliano introducido oficialmente por Julio César, el pueblo romano utilizaba diferentes calendarios lunares, con diferente número de meses y variadas duraciones del año en su mayoría divergentes. Además para celebrar la llegada de cada nuevo año, no eran en absoluto ajenos a las supersticiones y a las rogativas a los dioses, por lo tanto, llevaban a cabo diversas liturgias para celebrar la entrada de cada año siguiente.

Se bañaban y realizaban todo tipo de purificaciones y se dedicaban a limpiar a fondo sus casas, a verter agua bendita en los rincones del hogar, cambiaban los muebles viejos, o intentaban simplemente limpiar su consciencia.

Sin embargo los antiguos romanos despedían el año en una fecha distinta a la actual, ya que consideraban que el primero de enero no se producía ningún cambio en la naturaleza que pudiera advertir el inicio de un nuevo ciclo, la fecha no era ni astronómica ni estacional sino simplemente de orden político, pues Jaunus era el undécimo mes del año, época cuando los cónsules asumían el período de gobierno.

Para ellos, martius era el primer mes del año, así que recibían el ‘año nuevo’ a la entrada del mes inaugural de la primavera que corresponde al actual Marzo, adoptado en honor a Marte dios de la guerra, precisamente porque era cuando se decidían las campañas militares que se iban a emprender ese año. Los idus de marzo, eran días de buenos augurios que en el antiguo calendario romano comenzaban el decimoquinto día del mes de Martius.

Los romanos solían invocarlo al inicio de una guerra y mientras ésta durara, las puertas de su templo quedaban siempre abiertas. En épocas de paz su santuario permanecía cerrado.

En la transcripción textual de una conversación entre el poeta Ovidio (año 43 a.C.-17 d.C.) dirigida al dios Jano, ejemplifica los regalos que los romanos se hacían en año nuevo: “Intercambiaban monedas cubiertas en oro impresas con el retrato de esta divinidad y alimentos dulces como dátiles, higos, nueces o miel”.

También permanecen vestigios de felicitaciones por estas fechas, como una especie de carta conservada en una tablilla de madera procedente de un fuerte de la muralla de Adriano levantada en Britania.

Por cuenta de Jano o Janus en latín se dio nombre castellano a enero, quien fue uno de los dioses de la mitología romana, quien tenía dos caras que miraban siempre en direcciones opuestas, y cuyo nombre fue adoptado para designar al controvertido primer mes del año;

Resulta llamativo ver cómo este dios con dos caras opuestas, representaba el paso del tiempo. Su dualidad le permitía, observar con un rostro el pasado; y con el otro estar atento al futuro. Como dios de los comienzos, se invoca públicamente el primer día de enero o Ianuarius.

Ya se indicó que al regreso a Roma de Julio César, procedente de Egipto trajo, entre otras novedades, la propuesta de modificación del calendario tradicional que se utilizaba hasta entonces.

El César quedó más que admirado de la precisión que mostraba el calendario egipcio, basado en el estudio del movimiento del sol, utilizado para medir el paso del tiempo, por lo que decidió establecer un nuevo calendario de doce meses con la ayuda del matemático griego Sosígenes.

Lo implantó hacia el año 45 a. C. y tomó el nombre de Juliano en su honor. La reforma convenía que el año se constituía en 365 días, así como de meses de treinta y de treinta y un días, además procedía a descontar dos días al mes de febrero porque éste se consideraba un mes de malos presagios.

La adaptación ajustaba las estaciones y las fiestas romanas, justo con el momento astronómico en el que ellas sucedían. Dos años después, se decidió en Roma que todos los años tuvieran 365 días, y que cada cuatro años se contabilizara un total de 366, denominados bisiestos, porque en ellos los romanos agregaban un 24 de febrero.

Según el cómputo del paso del tiempo, el 24 de febrero era conocido como ‘día sexto’ antes del advenimiento de las festividades o calendas de marzo, de forma que, un mes después, esto es, el 24 de marzo al ser repetido el día faltante, se llamaría ‘bis sextum’.

Para ese entonces no se contabilizaban las semanas. El más habitual calendario rústico romano establecía la duración del año en 304 días, distribuidos en diez meses, cuyos desfases se reajustaban el último mes del año, esto es, a través de criterios políticos y no astronómicos, como por ejemplo, con la intención de adelantar o retrasar las votaciones.

El cónsul Marco Antonio realizó algunas modificaciones sobre el calendario juliano, lo que a su vez hizo el emperador Augusto en el año 8 a. C.

Más tarde el emperador Constantino implantó en el siglo IV, la semana de siete días, a semejanza del calendario lunar que empleaban los mesopotámicos.

Se agrega a éste cúmulo de variaciones, el hecho que hasta el Primer Concilio de Nicea, la aristocracia romana le rendía culto principalmente a las imitaciones de dos Dioses griegos, Apolo y Zeus, ésta vez en la imagen de Júpiter, pero luego, un gran volumen de gente común pasó a idolatrar a ‘Julius César’ a quien llamaban ‘Mithras’, versión romanizada de la deidad Pérsica, Mithra.

Se destaca que César fue deificado por el Senado romano después de su muerte y lo veneraban como ‘el Divino Julio’, por cuenta de cuyo epíteto se le asignó el nombre al mes que hoy se contempla dentro del calendario Gregoriano.

Mucho más adelante, los errores que mostraba el calendario juliano se corrigieron gracias a la implantación por parte del Papa Gregorio XIII, del calendario que recibió su nombre o calendario gregoriano, ya sobre el siglo XVI.

La Iglesia, como siempre no tardó en darle sentido religioso a la fiesta de entrada del nuevo año que ya tradicionalmente se celebraba en 1 de enero, y prohibió la celebración de carnavales y orgías durante la Edad Media y los siglos posteriores. Con la expansión de la cultura occidental, hasta el siglo pasado, la celebración del año nuevo adquirió carácter de fiesta universal.

Por cuenta de las prohibiciones, son escasos los restos o vestigios de la astrología, que se pueden encontrar en los manuscritos que sobreviven de los monasterios medievales.

“En razón de la persecución en la zona europea, la astrología quedó prácticamente en nada por cuenta del oscurantismo. Sin embargo hacia el siglo XII, la astrología revive pues su conocimiento se practica en las cortes de sultanes y califas del mundo árabe. Cabe recordar que los astrólogos árabes tienen una fuerte orientación matemática y astronómica”. Bruno Huber.

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Fuente: Mi libro: “UN SENDERO A LONTANANZA”.
 
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Autor: Daniel García Vanegas

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Namasté…



[1] Smith, Hodmer (1952) El hombre y sus Dioses, Little Brown & Cía., Boston.