LA PIEDRA FILOSOFAL
La rectitud hace
sonar las cuerdas armónicas de la verdad, y la melodía vibra a través del
cosmos hasta el reconocimiento del Infinito. Urantia.
Al hablar de la
alquimia, el observador se acerca a una actividad que en el ámbito del
conocimiento se ha tratado por siglos, no solamente para llevar a cabo una gran
hazaña idealizada, puesto que en su metáfora propone convertir los metales
comunes en oro, sino que en el fondo ésta disciplina ya demostró que todos los
principios minerales generalmente asumidos como inertes, de por sí están vivos,
pues tienen esencia y memoria propia, mientras disponen de una inexorable
capacidad de reacción en la medida de su propia naturaleza.
Pues bien, la ‘Piedra
Filosofal’ supone ser una sustancia alquímica legendaria que sirve para
convertir metales básicos como el plomo en oro (Chrysopoeia) o plata. Otras
versiones asumen que es un elixir de la vida, útil para el rejuvenecimiento y
posiblemente, para alcanzar la inmortalidad.
Lo cierto es que
durante muchos siglos su búsqueda fue el propósito de estudio más deseado por
parte de la alquimia. La piedra filosofal se llegó a convertir en el símbolo
central de la terminología mística de la alquimia que en el fondo simboliza la
perfección al más alto nivel, la consecución de la iluminación y el alcance de
la dicha celestial. Cualquier esfuerzo realizado para descubrir la piedra
filosofal, se ha considerado como ‘la magna obra humana’ ("Opus magnum").
[1]
La hoy llamada
alquimia funcional es otra cosa y resulta inseparable del funcionamiento de la
química mental, pues ella permite la producción y obtención de determinados
compuestos, cuyas presencias influyen sobre todo comportamiento individual y
que desde su descubrimiento son consideradas inductores de formas de
pensamiento que se traducen en los diferentes ‘humores’ que se han bautizado
como: azufre filosófico, mercurio filosófico, sal de los filósofos, etc. Igual
son de alguna manera, asimilables con las endorfinas, la melatonina, la adrenalina
y tantas otras substancias y efectos que son hoy ampliamente reconocidas por la
ciencia, la neurología y la psicología.
Ya sea la
transmutación de metales pobres en oro o la búsqueda de la ‘Piedra Filosofal’
como fuente de la juventud eterna, en realidad es por medio de la alquimia que
se ha tratado de efectuar el descomunal un esfuerzo de intentar obtener el
manejo, tanto de las tesis, como de seguir las prácticas de los antiguos químicos,
las mismas que al final, fomentaron y derivaron en las hoy conocidas química
tradicional y moderna.
En todo caso, no
se puede olvidar que paralelamente a dicha búsqueda, se han desarrollado
finalidades místicas y filosóficas, de modo que así inclusive, al final y
gracias a su titánica labor, se llegó a la obtención de remedios y medicinas
para curar muchos males o dolencias físicas, dando otra serie de valiosos aportes
reales al conocimiento, puesto que en consecuencia sus prácticas han influido
notablemente en el bienestar humano.
La mística que
acompaña los contenidos naturalistas y transformistas, se ha unido con el arte
primario de la transmutación alegórica de los metales comunes en oro, mediante
aquel elemento mágico llamado no por azar, la ‘Piedra Filosofal’.
La Piedra
filosofal simboliza la transmutación de la naturaleza animal e inferior del
hombre hacia una naturaleza divina y más elevada. Dicen los vedas: "Una sola en esencia, pero tres en
apariencia", pues ella es el agente universal de los filósofos.
Como ya se
indicó en cuanto a que es una ruta hacia la transformación personal, en donde
paralelamente y entre otras herramientas, el I Ching, el ‘Árbol de la Vida’ y
el ‘Tarot’, se fueron consolidando, como parte de aquellos instrumentos y
herramientas utilizados para tratar de alcanzar dicho fin último, al punto que se
llega a la realización alquímica que evoluciona desde aquello sin forma y se
dirige a una perfección geométrica simbolizada por el dodecaedro manifestado en
la piedra filosofal, que representa la gema facetada perfecta en rojo rubí y que
de manera representativa conduce al icosaedro.
Todo lo que
existe, todo lo que es, nació y nacerá a partir de esta matriz divina. Este
holograma representa una secuencia geométrica esférica que marca la unidad
conformada por infinitas esferas que se contienen y se entrelazan unas con
otras y dan forma a la ‘flor de la vida.
Es más, para algunas interpretaciones sublimes, la piedra
filosofal corresponde a un alquímico proceso de incitar, enardecer y realzar la
energía que se produce en la columna vertebral, donde se halla la sal, el
azufre, el mercurio y el ázoe.
Su presencia deriva
de los más nobles y altos pensamientos, de la meditación que se realice sobre
los puntos espirituales y del grado de altruismo que sea manifestado en la vida
cotidiana, actitudes que por su energía tornan en incandescente la energía
proveniente de la medula espinal.
“La segunda mitad de la energía creadora dirigida
hacia arriba por la columna vertebral es el fuego espíritu-espinal o serpiente
de la sabiduría. Va ascendiendo gradualmente, y cuando ya en el cerebro llega
al cuerpo pituitario y a la glándula pineal, pone en vibración estos órganos,
abre los mundos espirituales y faculta al hombre para comunicarse con los
dioses. Entonces irradia éste fuego en todas direcciones, penetra por el cuerpo
entero y llaga a su aura, y entonces el hombre se convierte en la piedra viva,
cuyo fulgor supera al del diamante o el rubí. Para entonces es él la Piedra
Filosofal!”.
Anónimo.
Una breve
interpelación al respecto. Desde el punto de vista del esoterismo, la columna
vertebral alberga un triple hilo trasmisor de la energía que constituye la exteriorización
del denominado Antakarana, compuesto
por el mismo Antakarana, el Sutratma o hilo de vida y el hilo
creador.
Por su parte el
fuego Kundalini, sobre el cual tanto
se ha enseñado y escrito en Oriente y cada vez más en Occidente, en realidad es
la unión de tres fuegos o corrientes energéticas, enfocadas en el centro
básico, por un acto de la voluntad ya iluminada, impulsada por el amor. Estos
fuegos unificados son elevados mediante el empleo de la Palabra de Poder
emitida por la voluntad de la Mónada o espíritu, y llega a integrarse y
vivificarse por cuenta de la autoridad conjunta ejercida por el alma y la
personalidad.
Por lo tanto,
cuando el ser humano llega a hacer esto con plena conciencia, es un iniciado
que ha pasado la tercera iniciación. Sólo él puede sin peligro elevar este triple
fuego desde la base de la columna vertebral al centro coronario.
Este triple hilo
radicado dentro de la columna vertebral, está compuesto por lo tanto de tres
mecanismos trasmisores de energía, los cuales se establecen y transitan en la
sustancia dentro de la columna, conformando un “triple camino de entrada y de
salida”.
A ellos se los
denomina en terminología hindú: los senderos de Ida, Pingala y Sushumna, y juntos constituyen el sendero de la vida
para el hombre individual, pues entran en actividad en forma secuencial y en un
todo de acuerdo al tipo de influencia que ejercen en función de su etapa de
evolución real.
El sendero de Sushumna sólo puede ser empleado en
forma correcta, hasta tanto se haya construido el Antakarana y la Mónada de
modo que así se relacionan con la personalidad, aunque sólo sea mediante un
hilo muy tenue. Por lo tanto la Mónada, la energía y el aspecto de la voluntad,
pueden llegar a la personalidad en forma directa y despertar el centro básico,
y con ello, fusionar, unificar y elevar los tres fuegos que en conjunto constituyen
la piedra filosofal.
Por lo tanto,
cada individuo es una piedra filosofal en potencia.
Asimismo, el
proceso de elección será más evidente. Cada observador que contribuye a éste
proceso, debe sintonizarse en la frecuencia del campo cristalino, emitiendo y
recibiendo amor puro, de manera que se sincronice con el Tejedor Dorado de la
armónica del Disco Solar Dorado.
Mucha gente está
y será atraída en forma creciente a medida que el proceso de activación de los
Discos Solares Dorados se intensifique. Los Discos Solares Dorados son uno de
los actores primordiales de éste proceso, una pieza compleja de la evolución
del planeta, pues ellos son los verdaderos alquimistas supremos y depósito de la totalidad de la energía
producto de la piedra filosofal en sí que construyen la gran obra de la
alquimia.
La Gran Obra es,
en el lenguaje hermético de los alquimistas, el proceso de transmutación
mediante el cual se consigue la piedra filosofal.
El sentido de ‘Obra
Maestra’ en griego: Αριστούργημα y en
latín: Palmarius, también se expresa
como Magnum opus, a veces Opus magnum, ‘gran obra’ u obra maestra y se refiere a la
mejor producción de un creador. Se trata
de una expresión con la que se intenta destacar que un trabajo en concreto es
el más importante y valioso que haya realizado su autor a lo largo de toda su
trayectoria.
En literatura, una
obra maestra corresponde al arte de escribir, producto de una destreza técnica
y de un razonamiento estético llevado a un punto culminante, ubicado siempre
entre la escasez de los medios que consiguen crear un mundo complejo de
significados, y la amplia disposición de recursos y formas que en su conjunto logran
comunicar una verdad simple y fundamental, la cual no haya sido percibida con
suficiente claridad hasta entonces.
Al observador
atento, algunas veces le conviene repasar.
“La misión
elevada de todo arte es, mediante sus ilusiones, anticipar una realidad
universal más elevada, cristalizar las emociones del tiempo en el pensamiento
de la eternidad”.
Urantia.
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Fuente: Mi
libro: “UN SENDERO A LONTANANZA”.
Registro de Propiedad Intelectual DNDA: 10-427-242
Autor: Daniel
García Vanegas
ETIQUETAS: Piedra
filosofal, magna obra, alquimia, Kundalini, Ida, Pingala y Sushumna, Antakarana,
Mónada, I Ching, el Árbol de la Vida, Tarot., humanidad, historia, mitología.
[1] Heindel, Max, Freemasonry and
Catholicism, ISBN 0-911274-04-9 http://www.rosicrucian.com/pdf_plaza/Freemasonry%20and%20Catholicism.pdf
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