martes, 16 de agosto de 2016

LA PIEDRA FILOSOFAL


LA PIEDRA FILOSOFAL

La rectitud hace sonar las cuerdas armónicas de la verdad, y la melodía vibra a través del cosmos hasta el reconocimiento del Infinito. Urantia.

Al hablar de la alquimia, el observador se acerca a una actividad que en el ámbito del conocimiento se ha tratado por siglos, no solamente para llevar a cabo una gran hazaña idealizada, puesto que en su metáfora propone convertir los metales comunes en oro, sino que en el fondo ésta disciplina ya demostró que todos los principios minerales generalmente asumidos como inertes, de por sí están vivos, pues tienen esencia y memoria propia, mientras disponen de una inexorable capacidad de reacción en la medida de su propia naturaleza.

Pues bien, la ‘Piedra Filosofal’ supone ser una sustancia alquímica legendaria que sirve para convertir metales básicos como el plomo en oro (Chrysopoeia) o plata. Otras versiones asumen que es un elixir de la vida, útil para el rejuvenecimiento y posiblemente, para alcanzar la inmortalidad.

Lo cierto es que durante muchos siglos su búsqueda fue el propósito de estudio más deseado por parte de la alquimia. La piedra filosofal se llegó a convertir en el símbolo central de la terminología mística de la alquimia que en el fondo simboliza la perfección al más alto nivel, la consecución de la iluminación y el alcance de la dicha celestial. Cualquier esfuerzo realizado para descubrir la piedra filosofal, se ha considerado como ‘la magna obra humana’ ("Opus magnum"). [1]

La hoy llamada alquimia funcional es otra cosa y resulta inseparable del funcionamiento de la química mental, pues ella permite la producción y obtención de determinados compuestos, cuyas presencias influyen sobre todo comportamiento individual y que desde su descubrimiento son consideradas inductores de formas de pensamiento que se traducen en los diferentes ‘humores’ que se han bautizado como: azufre filosófico, mercurio filosófico, sal de los filósofos, etc. Igual son de alguna manera, asimilables con las endorfinas, la melatonina, la adrenalina y tantas otras substancias y efectos que son hoy ampliamente reconocidas por la ciencia, la neurología y la psicología.

Ya sea la transmutación de metales pobres en oro o la búsqueda de la ‘Piedra Filosofal’ como fuente de la juventud eterna, en realidad es por medio de la alquimia que se ha tratado de efectuar el descomunal un esfuerzo de intentar obtener el manejo, tanto de las tesis, como de seguir las prácticas de los antiguos químicos, las mismas que al final, fomentaron y derivaron en las hoy conocidas química tradicional y moderna.

En todo caso, no se puede olvidar que paralelamente a dicha búsqueda, se han desarrollado finalidades místicas y filosóficas, de modo que así inclusive, al final y gracias a su titánica labor, se llegó a la obtención de remedios y medicinas para curar muchos males o dolencias físicas, dando otra serie de valiosos aportes reales al conocimiento, puesto que en consecuencia sus prácticas han influido notablemente en el bienestar humano.

La mística que acompaña los contenidos naturalistas y transformistas, se ha unido con el arte primario de la transmutación alegórica de los metales comunes en oro, mediante aquel elemento mágico llamado no por azar, la ‘Piedra Filosofal’.

La Piedra filosofal simboliza la transmutación de la naturaleza animal e inferior del hombre hacia una naturaleza divina y más elevada. Dicen los vedas: "Una sola en esencia, pero tres en apariencia", pues ella es el agente universal de los filósofos.

Como ya se indicó en cuanto a que es una ruta hacia la transformación personal, en donde paralelamente y entre otras herramientas, el I Ching, el ‘Árbol de la Vida’ y el ‘Tarot’, se fueron consolidando, como parte de aquellos instrumentos y herramientas utilizados para tratar de alcanzar dicho fin último, al punto que se llega a la realización alquímica que evoluciona desde aquello sin forma y se dirige a una perfección geométrica simbolizada por el dodecaedro manifestado en la piedra filosofal, que representa la gema facetada perfecta en rojo rubí y que de manera representativa conduce al icosaedro.

Todo lo que existe, todo lo que es, nació y nacerá a partir de esta matriz divina. Este holograma representa una secuencia geométrica esférica que marca la unidad conformada por infinitas esferas que se contienen y se entrelazan unas con otras y dan forma a la ‘flor de la vida.

Es más, para algunas interpretaciones sublimes, la piedra filosofal corresponde a un alquímico proceso de incitar, enardecer y realzar la energía que se produce en la columna vertebral, donde se halla la sal, el azufre, el mercurio y el ázoe.

Su presencia deriva de los más nobles y altos pensamientos, de la meditación que se realice sobre los puntos espirituales y del grado de altruismo que sea manifestado en la vida cotidiana, actitudes que por su energía tornan en incandescente la energía proveniente de la medula espinal.

“La segunda mitad de la energía creadora dirigida hacia arriba por la columna vertebral es el fuego espíritu-espinal o serpiente de la sabiduría. Va ascendiendo gradualmente, y cuando ya en el cerebro llega al cuerpo pituitario y a la glándula pineal, pone en vibración estos órganos, abre los mundos espirituales y faculta al hombre para comunicarse con los dioses. Entonces irradia éste fuego en todas direcciones, penetra por el cuerpo entero y llaga a su aura, y entonces el hombre se convierte en la piedra viva, cuyo fulgor supera al del diamante o el rubí. Para entonces es él la Piedra Filosofal!”. Anónimo.

Una breve interpelación al respecto. Desde el punto de vista del esoterismo, la columna vertebral alberga un triple hilo trasmisor de la energía que constituye la exteriorización del denominado Antakarana, compuesto por el mismo Antakarana, el Sutratma o hilo de vida y el hilo creador.

Por su parte el fuego Kundalini, sobre el cual tanto se ha enseñado y escrito en Oriente y cada vez más en Occidente, en realidad es la unión de tres fuegos o corrientes energéticas, enfocadas en el centro básico, por un acto de la voluntad ya iluminada, impulsada por el amor. Estos fuegos unificados son elevados mediante el empleo de la Palabra de Poder emitida por la voluntad de la Mónada o espíritu, y llega a integrarse y vivificarse por cuenta de la autoridad conjunta ejercida por el alma y la personalidad.

Por lo tanto, cuando el ser humano llega a hacer esto con plena conciencia, es un iniciado que ha pasado la tercera iniciación. Sólo él puede sin peligro elevar este triple fuego desde la base de la columna vertebral al centro coronario.

Este triple hilo radicado dentro de la columna vertebral, está compuesto por lo tanto de tres mecanismos trasmisores de energía, los cuales se establecen y transitan en la sustancia dentro de la columna, conformando un “triple camino de entrada y de salida”.

A ellos se los denomina en terminología hindú: los senderos de Ida, Pingala y Sushumna, y juntos constituyen el sendero de la vida para el hombre individual, pues entran en actividad en forma secuencial y en un todo de acuerdo al tipo de influencia que ejercen en función de su etapa de evolución real.

El sendero de Sushumna sólo puede ser empleado en forma correcta, hasta tanto se haya construido el Antakarana y la Mónada de modo que así se relacionan con la personalidad, aunque sólo sea mediante un hilo muy tenue. Por lo tanto la Mónada, la energía y el aspecto de la voluntad, pueden llegar a la personalidad en forma directa y despertar el centro básico, y con ello, fusionar, unificar y elevar los tres fuegos que en conjunto constituyen la piedra filosofal.

Por lo tanto, cada individuo es una piedra filosofal en potencia.

Asimismo, el proceso de elección será más evidente. Cada observador que contribuye a éste proceso, debe sintonizarse en la frecuencia del campo cristalino, emitiendo y recibiendo amor puro, de manera que se sincronice con el Tejedor Dorado de la armónica del Disco Solar Dorado.

Mucha gente está y será atraída en forma creciente a medida que el proceso de activación de los Discos Solares Dorados se intensifique. Los Discos Solares Dorados son uno de los actores primordiales de éste proceso, una pieza compleja de la evolución del planeta, pues ellos son los verdaderos alquimistas supremos  y depósito de la totalidad de la energía producto de la piedra filosofal en sí que construyen la gran obra de la alquimia.

La Gran Obra es, en el lenguaje hermético de los alquimistas, el proceso de transmutación mediante el cual se consigue la piedra filosofal.

El sentido de ‘Obra Maestra’ en griego: Αριστούργημα  y en latín: Palmarius, también se expresa como Magnum opus, a veces Opus magnum,  ‘gran obra’ u obra maestra y se refiere a la mejor  producción de un creador. Se trata de una expresión con la que se intenta destacar que un trabajo en concreto es el más importante y valioso que haya realizado su autor a lo largo de toda su trayectoria.

En literatura, una obra maestra corresponde al arte de escribir, producto de una destreza técnica y de un razonamiento estético llevado a un punto culminante, ubicado siempre entre la escasez de los medios que consiguen crear un mundo complejo de significados, y la amplia disposición de recursos y formas que en su conjunto logran comunicar una verdad simple y fundamental, la cual no haya sido percibida con suficiente claridad hasta entonces.

Al observador atento, algunas veces le conviene repasar.  

“La misión elevada de todo arte es, mediante sus ilusiones, anticipar una realidad universal más elevada, cristalizar las emociones del tiempo en el pensamiento de la eternidad”. Urantia.
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Fuente: Mi libro: “UN SENDERO A LONTANANZA”.

Registro de Propiedad Intelectual DNDA: 10-427-242

Autor: Daniel García Vanegas

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ETIQUETAS: Piedra filosofal, magna obra, alquimia, Kundalini, Ida, Pingala y Sushumna, Antakarana, Mónada, I Ching, el Árbol de la Vida, Tarot., humanidad, historia, mitología.



[1] Heindel, Max, Freemasonry and Catholicism, ISBN 0-911274-04-9 http://www.rosicrucian.com/pdf_plaza/Freemasonry%20and%20Catholicism.pdf

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